miércoles, 31 de mayo de 2017

De Jehrmien. Sueños de juventud.



Dormia perdido en recuerdos muy lejanos. Recuerdos de su infancia en el Azotador de Olas.
Era un joven inquieto y curioso. Y la viva imagen de su padre. Un gran Maestre de Cargamento que le alentaba, tanto a moverse y aprender, como a investigar sobre cada cosa que despertara su curiosidad.
A menudo su madre se enfadaba con el por incentivarlo. Aun asi, no habia nadie a quien Jehrmien admirara mas en su vida que a ese hombre. En todo sentido habia sido un ejemplo para el. Le habia enseñado a usar una espada y defenderse con ella, le habia enseñado todo sobre navegacion, sobre cartas y estrellas, sobre comercio y tratos mercantiles. Y sobre todo, le habia dado el mayor ejemplo sobre lo que era el Honor.
Su madre era una mujer dificil, con un carácter agrio y bastante estirada. No podia decir que ella no le amara ni que no le importara. Simplemente, preferia enfocar sus esfuerzos en sus hermanas. Claro, ellas podian encauzar, igual que su progenitora.
Asi que durante la infancia paso largas horas con su padre, aprendiendo todo de el, riendo y cantando, disfrutando la brisa del mar en su rostro, mientras sus hermanas pasaban mitad del dia limpiando pescado y la otra, colgadas por los pulgares, o fregando alguna sentina, o cualquiera de esas cosas que las Detectoras mandaban a hacer a las pequeñas simplemente por no ser tan estiradas y agrias como ellas.
Oh, claro que habia sufrido castigos. Pero fueron mas bien pocos, porque entre los tantos aprendizajes que obtuvo de su padre, estaba el de ser astuto y no desafiar o discutir solo por testarudo. Algo que las mujeres jamas entenderian, y mucho menos cuando trataban entre ellas.
Antes de recibir su nombre de sal, ya habia viajado por todos los puertos confinados, e incluso su padre lo habia llevado a la remota Shara, en un viaje comercial que jamas olvidaria. Aun hoy, las imágenes de esa tierra extraña y fascinante por igual seguian vivas en su mente.
Mientras capeaba la adolescencia, volvio a encontrarse con Shaeira. Desde pequeños se habian visto en varias ocasiones, y siempre se habian sentido atraidos el uno por el otro. No en el sentido romantico, sino en la afinidad entre dos personas. Reian, jugaban, compartian historias y anecdotas. Leian libros y comian deliciosas confituras que venian del continente, mientras sus madres bebian vino y se bañaban juntas.
Y asi, cada separacion se hizo mas dificil y cada reencuentro fue mas y mas deseado.
Hasta que finalmente, se encontraron cuando Shaeira se iba convirtiendo en una mujer. Y ya no solo fue el gusto por las historias y la lectura, los sueños y las leyendas, sino que algo mas surgio entre ellos. Como los vientos huracanados en alta mar, esa pasion se convirtio en amor, y antes de que pudieran siquiera darse cuenta, se habian besado a escondidas de toda la tripulacion.
Al dia siguiente, al despedirse, estaban en la bodega con su padre, y este le pregunto sobre el asunto. Jehrmien enfurecio pensando que su padre lo espiaba, y este le hizo entender que un padre se da cuenta de esas cosas, porque ademas, tambien las ha vivido.
Reacio al principio, pero sin poder evitarlo, acabo por confersarle a su padre lo que sentia por Shaeira, y sus miedos de que ella tuviera la capacidad de encauzar, ya que en ese caso, seria imposible volver a verla por largos, largos años.
Cuando le llego la noticia de que Shaeira no podia encauzar y de que , ademas, habia recibido su nombre de sal, se sento frente a sus padres y les planteo franca y serenamente sus intenciones.
Pocos dias despues, llegaba finalmente al que seria su puerto seguro por el resto de su vida. La mujer estaba  muy triste por no poseer ningun vinculo con el poder, pero esa tristeza parecio mitigarse con la vision del joven atha’an miere que venia a consolarla. Dio vueltas un largo rato. Era intrepido y arreisgado, pero no cuando se trataba de mujeres. Finalmente, fue ella la que tomo la iniciativa, y sin mas le espeto
- Estas pidiendome casamiento, Jehrmien?  O solo estas boqueando como pez fuera del agua porque no tienes nada mejor que hacer.
La miro a los ojos, ese profundo y soñado estanque de color gris, y sin poder responder, solto una carcajada.
Shaeira le miro entre extrañada y molesta, con ese comportamiento estirado que toda Atha’an Miere que se sabe destinada al poder y al mando, exhibe.
- Te burlas de mi, idiota?
- No. Me rio porque eres tan perfecta que logras convertir mis momentos de debilidad en algo digno de recordar. Y si, quiero zarpar junto a ti hasta que el Padre de las Tormentas nos arrastre hasta el fondo de la Fosa de la Perdicion. Y aun asi, seguire aferrado a ti como remora al tiburon.
Entonces fue ella quien rio. Y las risas dieron paso a un abrazo que fue sellado con un tierno y prolongado beso. El primer beso de ambos a la luz del cielo.
Desde entonces, en cada paso, en cada tropiezo, en cada singladura y en cada naufragio, la vida los encontro lado a lado. Y solo cuando debieron separarse por las responsabilidades de ella como Señora de los Barcos, fue cuando ocurrio el primer gran desastre.
Las imágenes de esa fatidica noche volvieron a aterrorizarlo en sueños.
Se mantuvo horas entre el sueño, la pesadilla y pequeños momentos de lucidez, en donde vio a su esposa sentada, velando por sus sueños, leyendo o contemplando el mar.
Queria despertar, pero no podia. Queria sumirse en un sueño profundo y agradable, pero tampoco podia. Y asi permanecio horas y horas.

Abrio los ojos y pestañeo repetidas veces hasta acostumbrar sus pupilas a la luz de las velas que, sobre candelabros de plata, iluminaban el camarote.
-         A saber por que ha puesto velas? – se pregunto para si. Luego, penso que seguramente seria para que la luz fuese tenue y no interfiriera con su descanso. Shae. Siempre igual.
Se acomodo un poco, pero una punzada de dolor le recordo por que estaba alli.
Era de noche. O al menos no se filtraba claridad alguna por el ojo de buey. Aunque, conociendo a su esposa, igual habia enviado a cubrirlos.
No sabia muy bien cuanto tiempo habia transcurrido desde su rescate. Los dolores continuaban recordandole la batalla y el naufragio. Pero parecian haber cedido algo.
Miro alrededor. Tenia hambre. Y sed. Seguramente habia dormido bastante.
-         Seguramente me debe haber metido alguno de esos brebajes espantosos para que no me despierte – murmuro entre dientes.
Miro la mesa auxiliar proxima, ensamblada a la madera para que no se paseara por el camarote en caso de una tormenta o simplemente de que el mar estuviese picado. Y alli habia una campana de bronce.
-         Campana? Luz del amanecer, esta mujer creera que voy a hacer sonar la campanita como si fuera una noble confinada en apuros?
Rezongo varias palabrotas, al tiempo que se destapaba. Con mucho dolor, pero con mas determinacion se incorporo, hasta quedar sentado, para luego girar y bajar sus piernas de la cama. Entonces, la puerta se abrio y vio a su mujer, que le observaba con gesto admonitorio. La Tormenta iba a comenzar.

De Shaeira. Diario.



Bitácora del Jendai

Con vientos favorables arribaremos a los Dedos del Dragón en breve. La costa de Tear se recorta brumosa a estribor. Atravesar la aduana nos retrasará, como siempre. Estos engreídos confinados creen que somos incapaces de navegar esas aguas sin la ayuda de sus estirados pilotos. Podríamos atravesarlas con los ojos cerrados y colgando boca abajo del mástil. No importa. Por lo demás, nada destacable a bordo.

Shaeira acaricia sin querer su diario, que casi inconscientemente ha colocado junto a la Bitácora. Lo coge y hojea, de pronto nostálgica, todavía preocupada por el estado de Jehrmien que, aunque mejora, sigue bogando con esfuerzo entre el sueño inquieto y la confusa vigilia. Lee:

5 del mes de Danu de 976 NE

Hoy se cumplen cuatro años desde que recibí mi nombre de sal. Mi bautismo de mar de manos de mi madre, secundada por Relvana. Estela Gris. Recuerdo ese primer sentimiento de incredulidad, cuando madre lo pronunció y no pude comprender su significado. Yo esperaba algo más… más, cómo decirlo, más épico, más, no sé expresarlo. Entonces Relvana me alzó el rostro y fijó sus negros ojos en los míos. “¿Tú no eres consciente de lo que puedes conseguir con tu mirada, Shaeira? ¿No te das cuenta de la huella que imprimes a tu paso cuando nos dejas atrás después de habérnosla dirigido? ¿Sabes que puedes ser una daga o una caricia de la más pura seda sharaní?” Sonreí, por fin captando la amplitud del regalo que me otorgaban.

Luego se rompió todo el encanto de aquel día, cuando solo dos después supe que no podía encauzar. Ahora miro atrás y comprendo cuán infantiles fueron mis reacciones, aunque todo forma parte del aprendizaje en la singladura de nuestra vida. A partir de ahí los acontecimientos se precipitaron: el beso a escondidas con Jehrmien, que selló definitivamente la atracción que sentíamos el uno por el otro, su alivio al conocer mi incapacidad para encauzar porque ello suponía que no deberíamos alejarnos por tiempo indefinido, la conversación de él con sus padres planteándoles la intención de solicitarme en matrimonio. Su timidez para hacerlo, ¡que tuve que ser yo la que lo incitara a hablar! Hasta que escuché sus hermosas palabras: “Y si, quiero zarpar junto a ti hasta que el Padre de las Tormentas nos arrastre hasta el fondo de la Fosa de la Perdición. Y aún así, seguiré aferrado a ti como rémora al tiburón.”
Hoy tomo el mando del Leyenda de Korain, mi barco, mi hogar. Navegante gracias a la Luz, a quien pido que ilumine mis singladuras y nos lleve siempre a buen puerto.

Evitando el recuerdo del día de su enlace para no acrecentar la nostalgia, Shaeira se encamina con ligereza hacia su camarote para comprobar el estado de su esposo.

martes, 30 de mayo de 2017

De Ayein. Me voy de Manala.



Por fin me voy de Manala. Es un lugar agradable, pero llevo aquí demasiado tiempo, y ellos me necesitan. Estoy recuperada del ataque que sufrí en el Sueño del Lobo, muy recuperada, aunque hay heridas dentro, en el alma. Cordelia Sedai, que estuvo conmigo todo el tiempo, murió. Alguna vez a lo mejor pensé que las Hermanas no se morían nunca. Soy ingenua. La buena anciana a veces no me reconocía, me enviaba a por té o a zurcir sus medias, y yo lo hacía con cariño porque daba igual si pensaba que era una niña de la Torre Blanca. Seguro que ella cuidó de tantas personas a lo largo de su vida que era justo que alguien cuidara de ella a pesar de sus momentos de incoherencia. Ahora la echo de menos. Era una amiga y, además de los lobos, creo que no tengo amigos.

No. Esto no es verdad. Perdón. Khali es una amiga, pero es la Sede Amyrlin, y sé que este cargo es tan importante que podré verla muy pocas veces. Mientras estuvo en Manala conmigo era solo una mujer. Solo Khali. Pero ya no será más así. Ella es como una tormenta, como un viento en las ramas, es como una hoguera en la noche para calentarse y poder dormir en paz.  Es fuerte pero es frágil, es como un lobo, poderosa y vvulnerable, puede saltar muy lejos y morder muy fuerte, pero una flecha puede matarla. Y me ha pedido ayuda. Voy a dársela.

Estoy cerca del río. Hace algunas semanas vine aquí porque un Hermano necesitaba consejo, pero volví enseguida a Manala. Ahora creo que no tendría que haber venido, pero no pensé que estuviera haciendo algo mal o peligroso. Espero. La manada de este lugar, la de Rasgado, recibe a la mía. No es muy fácil explicar los motivos de los humanos sin entrar al Sueño del Lobo. Pero entienden el problema, y el riesgo. Y esperan conmigo.

Dentro de unas pocas horas vendrán aquí, Khali y su Guardián. No sé comunicarme con él, pero sé que es bueno. Y sé que la quiere. Entonces, todo está bien.

Miro al norte, más al norte. El cielo está negro y hay nubes oscuras y plateadas, extrañas nubes, y extraños truenos. La Última Cacería se acerca.


De Keiven. Haciendo el equipaje.




El mandato de Sartek, convertido en mi mentor por un periodo tan breve como mi capacidad de vaciar mi mente con la visión de la llama, era inapelable. Sobre todo si venía impelido por la voluntad de la propia Sede Amyrlin. Convertirme en guardián… Solo un día antes, todos mis desvelos se concentraban en mi deber y en el servicio en las patrullas de la caballería de Shienar y, si acaso, en mis escarceos con la música que había constituido hasta entonces el único alivio de la pesada carga de contener el cada vez más agobiante avance de la Llaga.
Llegué a mi barracón para empaquetar mis exiguas pertenencias. «Tienes que pasar por casa…», dijo una vez más aquella voz que creía escuchar en las paredes interiores de mi cráneo. Por fortuna, nadie lo había percibido hasta el momento y me había guardado bien de dejarlo traslucir. Solo me faltaba que alguien pensara que estaba loco. Las palabras se convirtieron en una letanía que me martilleaba las sienes y llegó a entorpecer mis acciones. No podía entretenerme pero también era cierto que disponía de tiempo de sobra para correr hasta la calle donde se hallaba mi hogar y despedirme, tal vez por última vez, de los muros del que había sido el hogar de los Den’Astur desde tiempo inmemorial. Tan pronto decidí hacer caso de la velada sugerencia, el eco desapareció de mi cabeza, permitiendo que me concentrara en terminar mi equipaje. Lo odiaba, pero puede que en Tar Valon pudieran hacer algo al respecto si me atrevía a confiar a alguien mi problema. Si iba a acudir a la Torre blanca en uno de aquellos accesos que había visto abrir a las Aes Sedai y de los que se decía que permitían viajar a distancias considerables en un parpadeo, no necesitaba hacerlo con mi uniforme. Sí, en casa tenía algunas ropas más acordes con mi nuevo destino.
Utilicé el llavón en las grandes puertas macizas y me asaltó el delicioso aroma de un espetón en la cocina, aunque las estancias se hallaran tan vacías como siempre, la principal razón por la que prefería usar mi jergón de los cuarteles en lugar de habitar una casa solitaria. La sensación desapareció como había llegado, dejando en el aire tan solo el olor del polvo acumulado. «Abre el cofre del sótano». ¿Más instrucciones? Era absurdo, pero ya sabía cómo se las gastaba mi voz interior cuando se ponía pesada. Encendí una vela y descendí los gastados escalones, convencido ya de que encontraría el dichoso arcón aunque no lo hubiera visto en las contadas ocasiones en las que había bajado allí.
Una corriente de aire imposible me guió como si tirase de una de mis orejas hacia un rincón plagado de telarañas. Suspiré. La ira bullía en mi interior de nuevo y tuve que hacer acopio de energías para dejarme envolver por el conocimiento que la astucia de Sartek me había proporcionado. El calor de mis entrañas se apaciguó al carecer de oxígeno con el que alimentarse. Aparté sin miramientos los objetos inservibles que ocultaban la esquina. Algunos bichos se alejaron del resplandor de la luz al acercarme y, en ese preciso momento, descubrí el cofre. Sin sorprenderme ya de nada, levanté la tapa. De algún modo, sabía que no necesitaría una llave para desbloquearlo. Su contenido, en cambio, si me hizo parpadear: un largo abrigo de cuero negro que, pese a su evidente antigüedad, se conservaba bien y limpio. En una solapa, relucía un emblema dorado que representaba una garra por encima de un sol naciente. Me encogí de hombros. En su interior, envuelto por la prenda, había otro objeto, alargado y ligero. Se trataba de una espada y no dudé en sacarla de la gastada vaina en la que estaba enfundada. El filo era perfecto, sin mella, como recién salida de la forja. Llamó mi atención una solitaria palabra inscrita junto a la cruz: Aris, y desde el primer momento tuve conciencia de que no se trataba de una mera declaración de intenciones, sino del verdadero nombre del arma. Casi esperé que la voz dijera algo más, pero mantuvo silencio, agazapada en algún rincón de mi mente, aguardando el momento de volver a incordiar.
De pronto, me di cuenta de que no disponía de demasiado tiempo. Me puse el abrigo, que me calzaba perfecto, y me ceñí la espada al cinto después de dejar la mía en el mismo arcón. Debía presentarme ante la hermana que me abriría, previa presentación de la carta que me había entregado Sartek, la puerta a mi nuevo futuro.



De Khalindira, Sartek y Keiven. La fiesta ha terminado.


Dos hombres se disponen a pasar una velada tranquila, pese a lo desapacible de la noche. Keiven Den'Astur ofreciendo su música, Sartek Derasar escuchándola. Sin embargo, algo perturba al Gaidin, Khalindira Sedai se está moviendo y ello lo intranquiliza mucho.


Participantes:
Keiven, Sartek, Khalindira (punto de vista neutro)

Casa Derasar
Tras un pequeño patio delantero empedrado donde es posible estacar los caballos,
la vivienda se alza recostada contra la muralla, casi como parte de ésta. Es una
casa de dos plantas construida con piedra en cuyos muros se perciben las señales
de tantos ataques.  El interior es austero,  se respira la sobriedad propia  del
espíritu guerrero.  Corredores cortos  iluminados constantemente,  aspilleras en
las paredes,  muebles recios y funcionales.  La cocina que  no se utiliza hace
tiempo,  el comedor con un armero antiguo de nople  madera por toda decoración y
un baño,  constituyen las piezas principales.  Por las escaleras situadas en una
esquina junto a la chimenea se accede a las habitaciones. En una de ellas hay un
jergón,  una mesa con  escribanía de cuendillar,  una bandera de la caballería
shienariana y otra con el Halcón Negro. Una pipa ocupa un lugar preferente sobre
una estantería,  junto a una  espada envainada,  ambas de Elinsan Derasar,  el
abuelo del ahora  propietario de esta casa,  que la recibió como legado tras  su
muerte.

Keiven rasga las cuerdas del laúd con melancólica languidez mientras medita sobre la propuesta de Sartek, es un cambio enorme en su vida, pero siente la llamada en sus venas.

Sartek cierra los ojos y escucha la música, intentando calmarse mientras siente las emociones y el acercamiento de Khalindira a través del vínculo.

Keiven mantiene la tonada en un segundo plano, pero sin dejar de tocar.

Sartek da un sorbo distraído a su copa.

Keiven recita entre dientes algunas estrofas de su nuevo poema, no se siente preparado para darlo a conocer.

Sartek susurra 'casi no te entiendo, habla claro, hombre'

Keiven dice 'no lo tengo listo aún'

Sartek de pronto abre los ojos y se tensa, Khalindira está en Fal dara.. Mira a Keiven, mira alrededor y se encoge de hombros.

Keiven canturrea: busco origen a un sentimiento... lo pongo al traslúz... se recorta y deshilacha.

Keiven siente las mejillas arder.

Keiven dice 'son solo tonterías mías'

Sartek se levanta mientras Keiven recita, sin hacer caso de sus últimas palabras, nota a Khalindira justo en la calle, más allá del patio. Luego le hace un gesto a Keiven.

Keiven deja de tocar y se envara en el asiento, echando la mano a la empuñadura.

Sartek dice 'no, tranquilo. No será necesario'

Keiven se relaja, volviendo a la llama y el vacío que empieza a sentir más cercana.

Sartek se acerca a la chimenea y está dejando la copa  en la repisa cuando Khalindira abre la puerta sin llamar e irrumpe en el salón. Entonces se detiene en seco al ver la escena.

Keiven echa un rápido vistazo a la mujer que ha entrado

Khalindira mira al desconocido y a su guardian alternativamente y se planta en jarras.

Khalindira dice 'Oh, que bonita jarana habeis montado aqui. Quereis bailarinas Domani tambien?'

Keiven da un paso atrás casi de forma inconsciente.

Sartek dice 'no, no es preciso, bienvenida a Fal Dara '

Khalindira mira la copa que Sartek depositó sobre la repisa y la ira fluye como fuego a traves del vinculo.

Sartek entorna los ojos al notar la furia de su Sedai.

Khalindira dice 'Bienvenida a la Fosa de la Perdicion!'

Keiven traga saliva.

Khalindira dice 'Es Fal Dara o un burdel mayeniense esto?'

Keiven dice 'Paz, señora'

Khalindira mira al hombre del laud fijamente y se quita el embozo.

Sartek dice 'creo que confundes los términos, solo estamos gozando de una agradable velada'

Khalindira dice 'Oh, que bien!! Estais gozando de la velada mientras yo estoy ocupada tratando de salvar lo poco que queda de la Torre Blanca...'

Sartek replicaría con mucha acritud si estuvieran solos.

Sartek dice 'Keiven Den'Astur, hijo de Fal dara'

Keiven hace una leve reverencia hacia la mujer.

Keiven dice 'a vuestro servicio'

Khalindira fulmina al hombre con sus verdes ojos.

Khalindira dice 'Me importa un comino quien sea este! Estos eran los asuntos importantes que tenias en Fal Dara? Alcohol y juergas????'

Keiven se va encogiendo por momentos.

Sartek se acerca a Khalindira y le pone una mano sobre el hombro

Khalindira le da un golpe violento a la mano de Sartek, alejandola de si.

Khalindira susurra 'Ni te atrevas, cabra viciosa'

Sartek se encoge de hombros, pero el vínculo rebosa tremendo desagrado por la reacción de Khalindira.

Sartek dice 'creo que el muchacho no tiene por qué escuchar tus arranques de ira'

Khalindira dice 'Suficiente, Gaidin. No te di permiso de hablar, asi que lo que tenga que escuchar o no lo decido yo. Tu vete a vigilar la puerta o a colgarte de la botella de brandy '

Keiven desearía estar en las Montañas Funestas, ahora mismo.

Khalindira se yergue majestuosa aun con su sencillo y deslucido atuendo de pueblerina, devolviendo su atencion al joven.

Sartek se cruza de brazos y se aparta ostentosamente no sin mirar de reojo a Keiven con una mirada elocuente.

Khalindira dice 'Veamos si ponemos algo de cordura en esta casa donde parece no haberla'

Keiven mira a Sartek y a Khalindira alternativamente.

Khalindira mira la copa y su decepcion inunda el vinculo.

Keiven piensa que eligió un mal día para probar el alcohol por primera vez.

Khalindira dice 'No te conozco, Keiven. Y tal vez no es el mejor momento para conocerte. Pero quisiera saber que te une a mi Guardian?'

Sartek suspira levemente, coge la copa y la arroja al fuego. El cristal estalla en mil pedazos.

Khalindira observa el hacer por el rabillo del ojo, pero sigue con su mirada posada en el joven.

Keiven dice 'unir es una palabra tal vez demasiado enérgica para describirlo, mi señora. Sartek.. gaidin, me ha ayudado con un problema personal'

Khalindira mira a Sartek y al muchacho alternativamente.

Keiven dice 'y estábamos... celebrando que lo he... digamos... superado'

Sartek se queda de pie, quieto, inmóvil, no mueve ni un músculo.

Khalindira dice 'Oh, si? Y cual seria ese problema, si es que no es mucho preguntar?'

Keiven trata de parecer tan rígido como Sartek, si bien con escaso éxito.

Keiven dice 'me ayudó a comprender y asumir la llama y el vacío, mi señora. Y la música... ha sido el componente fundamental para ello'

Khalindira ladea la cabeza sin quitar los ojos del hombre, parece un halcon a punto de caer en picado sobre su presa.

Keiven se encoge aún más, si cabe.

Keiven dice 'sé que parece extraño, pero solo él se ha dado cuenta de que así era'

Khalindira dice 'La Llama y el Vacio? Acaso tienes intencion de unirte a la Torre Blanca como futuro Guardian?'

Keiven dice casi en un susurro: lo cierto es que hasta hoy mismo ni se me había pasado por la cabeza, aunque sentía una... llamada.

Sartek transmite sus dudas, visto lo visto al pobre muchacho igual se le quitan las ganas.

Keiven dice 'Sartek es un maestro excepcional, mi señora'

Khalindira tuerce el gesto desdeñosa.

Keiven susurra 'pero aún no habiamos llegado a ese capítulo...'

Khalindira dice 'Interesante. Sabes quien soy?'

Keiven se sonroja visiblemente.

Keiven dice 'me temo que no, mi señora, aunque creo intuir que venís de la Torre Blanca'

Khalindira sonrie friamente.

Khalindira dice 'Vaya, al menos puedes distinguir un pie de una mano. Eso ya es bastante. '

Sartek resopla por lo bajo

Khalindira fulmina a su guardian con la mirada.

Khalindira dice 'Que sucede, Sartek, no puedes respirar bien? Te falta el aire? Porque si es asi, puedes ir a esperar al establo'

La Amyrlin utiliza el tono mas sarcastico que es capaz de pronunciar.

Sartek dice 'ya puedo hablar, mi Sedai?'

Khalindira dice 'No, no puedes. '

Ahora en cambio, la voz de la Kandoresa ha sido autoritaria y cortante al extremo. Mucho mas que la propia espada del Shienariano

Sartek busca la mirada de Keiven intentando tranquilizarlo, pero él podría estallar si no fuera por la gran contención que se está imponiendo.

Khalindira extiende el anillo de la Gran Serpiente en su dedo corazon de la mano derecha hacia Keiven y lo mira fijamente.

Keiven se queda mirando con fijeza el anillo.

Khalindira dice 'Soy Khalindira Sarvesham, Guardiana de los Sellos, Llama de Tar Valon, Sede Amyrlin de la Torre Blanca, muchacho. '

Sartek esta sorprendido ante la revelación y lo transmite a traves del vinculo.

Keiven se apresura a tomar la mano de Khalindira y besar el anillo.

Sartek susurra 'Luz '

Keiven se arrodilla, aterrorizado.

Keiven dice 'os ruego me perdonéis'

Khalindira dice 'No es a ti a quien he de perdonar, hijo. Ponte de pie por favor. '

Sartek mira a Khalindira sin poder disimular su estupor, recibiendo a traves del vinculo desafio e ira en partes iguales.

Keiven se pone de pie con las rodillas como confitura.

Khalindira dice 'den'Astur... me suena conocida tu casa. '

Keiven traga saliva.

Keiven dice 'mis padres no me han hablado mucho de mi familia, Madre'

Keiven susurra 'es casi como si se avergonzaran, porque nunca se menciona el tema'

Khalindira asiente lentamente, mientras le hace un gesto a Sartek para que le acerque una silla.

Sartek camina hacia la butaca donde él había estado sentado y la acerca a Khalindira

Khalindira dice 'Sin embargo por tus modales, veo que has sido bien educado. '

Khalindira toma asiento y le hace un gesto al muchacho para que haga lo mismo.

Sartek permanece de pie tras el respaldo de la butaca

Keiven se sienta agradecido de poder disimular así el temblor de sus piernas.

Khalindira repara en el nerviosismo del joven, pero no deja que en su rostro se revele ahora ninguna emocion.

Khalindira dice 'Keiven, lamento decirte que tus lecciones con Sartek acaban esta noche, y no es algo caprichoso. '

Keiven trata de volver a aferrar el vacío pero ante la imponente presencia de la Amyrlin se le escapa entre los dedos.

Keiven dice 'oh, lamento haberos disgustado... Madre. Me odiaría por poner en aprietos a Sartek, ha sido bueno y comprensivo conmigo. Asumo toda la culpa de... de lo que sea'

Khalindira niega con la cabeza.

Sartek mira a Keiven, no entiende por qué está tan subyugado si ella tan solo tiene la apariencia de una pueblerina.

Khalindira dice 'No se trata de disgusto contigo y no tienes nada que asumir. Es que necesito a mi Guardian y el deber nos llevara lejos de Fal Dara esta misma noche. '

Keiven dice 'ah, oh....'

Keiven piensa que alguien capaz de poner firme a Sartek, debe ser poderoso a más no poder.

De todos modos, realmente, incluso vestida como tal, es majestuosa piensa el Guardián muy a su pesar en este momento.

Khalindira dice 'Pero hay algo mas... y no se si va agradarte'

Khalindira cruza las piernas con delicadeza y apoya sus manos sobre el regazo.

Keiven traga saliva, al final va a ser cierto lo que decía el tío Wen, con las Aes Sedai siempre hay un precio.

Sartek baja la mirada ahora hasta la cabeza de Khalindira, no entiende nada y a través del vínculo fluye toda su perplejidad

Khalindira siente las emociones de su guardian y por primera vez intenta tranquilizarlo a traves de la union entre ellos.

Keiven aprieta los dientes, parece que la ilusión por ir a la Torre Blanca se ha desvanecido de un plumazo, aun antes de haberlo asimilado siquiera.

Keiven susurra 'tal vez debiera dejaros a solas'

Khalindira niega a las palabras de Keiven con un gesto de su mano izquierda.

Khalindira dice 'No, esto te incumbe, hijo'

Keiven parpadea, no entiende nada.

Sartek dice 'qué ocurre, Madre? Madre? por qué Madre?'

Khalindira mira de reojo a Sartek sin levantar la cabeza.

Khalindira dice 'Hemos de llevarlo a la Torre Blanca antes de emprender nuestro viaje y ponerlo bajo el cuidado de Farid Gaidin, Sartek. Ha estado contigo y seguramente los espias ya lo han de haber señalado'

Sartek suspira, pasándose una mano por la frente, sale de detrás de la butaca y se pone entre Keiven y Khalindira, a un lado.

Khalindira mira a Sartek y finalmente le hace un gesto para que se siente y participe de la conversacion, aunque a traves del vinculo le deja patente que no ha terminado con el. Es mas, por la intensidad de los sentimientos, esta claro que ni siquiera ha empezado.

Sartek arrastra una silla a su anterior posición y se sienta.

Keiven está como petrificado.

Sartek dice 'Keiven, me temo que has caído en una encrucijada peligrosa, y lo lamento porque no era mi intención'

Keiven dice 'yo era un simple soldado con ínfulas de músico...'

Sartek dice 'y yo era.. un simple Gaidin de una Sedai'

Sartek vuelve a mirar fijamente a Khalindira.

Khalindira resopla desdeñosa.

Khalindira dice 'Si, si,  y yo era una simple muchacha de pueblo. Ya veis, las cosas suceden, los lugares a los que somos llamados a ocupar por la Rueda no los decidimos totalmente nosotros. Asumidlo y no empeceis con lamentos. La Rueda teje y hemos de aceptar sus designios.'

Keiven susurra 'a la vista está que no es algo simple....'

Sartek dice 'Khalindira, no puedo explicarle lo que ocurre a Keiven si ni yo mismo lo comprendo'

Khalindira asiente levemente con la mirada

Khalindira dice 'Bien, sin entrar en grandes explicaciones, que tampoco te serviran de mucho Keiven, he de decirte que el Tarmon Gaidon se aproxima, que las fuerzas del Oscuro se mueven y que tanto la Sede Amyrlin como su Guardian son dos objetivos de la Sombra. Por tanto, todo lo que se vincule a nosotros, genera sospechas y os pone en riesgos'

Sartek va asintiendo.

Khalindira dice 'No estoy dispuesta a dejar que gente inocente pague un precio con su vida por ello, y es por eso que quiero ponerte a resguardo. Me comprendes?'

Keiven dice 'luchar contra la Sombra es lo único que he tenido claro en mi vida, no tengo miedo. Y si es a vuestro servicio, mucho menos'

Khalindira sonrie por primera vez al muchacho, aunque esa sonrisa no llega a sus ojos aun.

Sartek dice 'tú estabas valorando ir a la Torre, Keiven'

Keiven trata de parecer más seguro de sí mismo de lo que se siente en realidad.

Sartek dice 'quizás este era el tirón que necesitabas'

Khalindira alza una ceja ante las palabras del shienariano. Y mira a Sartek. En su mente solo hay una palabra retumbando: ta'veren

Keiven susurra 'tirón? esto ha sido la tormenta más jodida de mi vida...'

Sartek sonríe a Keiven.

La Amyrlin en cambio tuerce el gesto ante la frase poco decorosa del muchacho.

Keiven se arrepiente de inmediato de las palabras susurradas y mira a la Amyrlin con pavor.

Khalindira dice 'Eso tambien lo has aprendido de mi guardian?'

Keiven se apresura a negarlo.

Sartek frunce el ceño, el muchacho tiene edad suficiente para maldecir las ubres de una cabra vieja.

Keiven dice 'me temo, Madre, que estoy más habituado a tabernas y barracones que al protocolo, os ruego, una vez más, vuestra indulgencia'

Khalindira hace un aspaviento con la mano, quitandole importancia al asunto.

Khalindira dice 'El protocolo se aprende, y puedo asegurarte que en la Torre se encargaran de ello. Pero las convicciones no. Y eso es lo que rescato de tus palabras'

Keiven dice 'encontraréis en mi la determinación necesaria, Madre, antes me dejaría despellejar que defraudar a Sartek gaidin'

Sartek asiente hacia el muchacho, no se equivocaba con él.

Keiven se apresura a añadir: y a vos, Madre.

Khalindira asiente varias veces y luego se pone en pie.

Khalindira dice 'Bien, Sartek instruyelo respecto a que llevar y que se aliste. Ire a ver a las Aes Sedai que estan apostadas aqui y regresare en una hora para enviarlo a Tar Valon. '

Sartek dice 'como ordenes'

Keiven susurra 'una hora...'

Sartek se levanta también y hace un gesto a Keiven.

Keiven se levanta tan deprisa que está a punto de hacer caer la silla.

Khalindira vuelve a mirar a Keiven fijamente.

Keiven trata de soportar el escrutinio sin desmayarse.

Khalindira dice 'Eres bienvenido a unirte a la Torre Blanca. Esperaremos mucho de ti. Y nos volveremos a ver pronto. Hasta entonces, camina siempre por la senda de la Luz y que esta te guie a cada paso'

Khalindira extiende el anillo de la gran serpiente nuevamente hacia el hombre.

Keiven dice 'así lo haré, Madre, os lo juro'

Keiven besa el anillo de la Amyrlin.

Keiven dice 'que la Luz os guarde, Madre y que la Paz os acompañe allá donde vayáis ambos'

Khalindira asiente aprobadoramente. Hay algo en el joven que le despierta curiosidad. Luego se gira hacia Sartek.

Khalindira dice 'Una hora. Y cuando regrese, no quiero ver un rastro de alcohol ni en la casa, ni en tu aliento. '

Sartek dice 'sí, Madre'

Khalindira sin decir mas, se va como llego, como un huracan.

Sartek suspira y cierra la puerta detrás de Khalindira

Sartek dice 'muchacho, la velada ha terminado '

Keiven deja salir el aire que llevaba reteniendo durante minutos incontables...

Sartek esboza una tenue sonrisa.

Keiven dice 'Sartek, siempre es... así?'

Sartek ahora ríe con ganas.

Sartek dice 'casi siempre '

Keiven dice 'en verdad tengo muuuucho que aprender'

Keiven suspira profundamente.

Sartek dice 'venga, te acompañaré a la guarnición, tendrás que empacar tus cosas, Keiven'

Keiven asiente, inseguro.

Sartek dice 'supongo que no tenías intención de que todo fuera tan rápido, pero ella tiene razón '

Keiven dice 'creo que lo primero que he de asumir es... que ellas siempre tienen razón'

Sartek dice 'es una buena forma de comenzar '

Keiven ríe por primera vez.

Keiven dice 'presiento que mi vida comienza de nuevo'

Sartek dice 'Asi es. Y ya,coge tus cosas, muchacho, una hora es una hora, ni un momento más'

Keiven se apresura a recoger.

Sartek descuelga su capa de Guardián que estaba en una percha, casi invisible, se la pone y precede a Keiven hacia la calle.

Keiven sigue al hombre del que ahora solo ve la cabeza.