sábado, 25 de marzo de 2017

De Aenyd. La pesadilla de Aenyd.



Cierro los ojos y no puedo evitar ver todo aquello que presencié.
ha pasado poco tiempo, pero sé que lo recordaré por siempre.
Quizá el escribirlo me permita dejarlo atrás.
Los hechos fueron de la siguiente forma:
Tras mi casi fallida misión en Altara,
me encontraba ansiosa de regresar a descansar un tiempo
en mi residencia en Caemlyn.
Debido a que mis anteriores misiones habían supuesto
un considerable desgaste de energía,
busqué la tranquilidad de un camino alejado de las vías principales.
En un comienzo, aunque más tardado, esto resultó, y
poco a poco fui cubriendo distancia, encontrándome
de vez en vez con pueblos pequeños
y olvidados, donde conseguía aprovisionarme.
No obstante, al llegar a un pequeño paso olvidado entre las montañas,
que conocía gracias a informes de uno de los exploradores a mi mando,
divisé lo que parecía un pueblo con relativa
actividad, al menos por sus dimensiones,
que eran mayores a las usuales en los otros pueblos
que había encontrado en mi camino.
Un tanto cansada, me encaminé hacia el lugar y,
con sorpresa me vi abordada por el alcalde del pueblo,
que con ademanes bruscos
y no sin poca agresividad,
me convino a permanecer allí
no más de lo estrictamente necesario y,
largarme del lugar antes del crepúsculo.
No es que no lo tomara en serio, pero
mi naturaleza despreocupada ante las normas que considere
absurdas me hizo quitarle importancia sus palabras y,
tras algunos minutos comprando lo necesario, me
decidí a descansar un momento.
Me fue muy difícil conseguir un lugar donde hacerlo,
ya que nadie quería alquilarme una habitación.
Finalmente, en una granja, tras ofrecer un poco de oro,
si, (la naturaleza de las personas nunca cambia)
Conseguí tras múltiples
y reiteradas objeciones, y las más
recurrentes referencias  a que tan solo podría permanecer ahí hasta
poco después de entrada la tarde.
Tras tomar una ducha,
me propuse descansar un rato, para dejar el poblado
antes de la noche.
No era que me importara que me lo hubieran pedido,
pero la gente me producía incomodidad.
Al cruzarme con ellos me
daba cuenta que sus miradas hacia mí
estaban cargadas de cierta tristeza,
envidia, algo de resentimiento.
Además los rostros de los pueblerinos
parecían cargados de un pesar que no se puede expresar
con palabras, como si estuvieran inmersos en una monotonía
que quitaba la parte dulce de la vida.
Con la idea de dormir apenas un par de horas, me encontré despertando
en la oscuridad, con unos fuertes golpes
llamando a mi puerta.
Con algo de impaciencia, me dispuse a abrir,
y fue entonces cuando supe que algo no estaba bien.
solo mi rápida reacción y agilidad me salvaron.
EN el umbral se encontraba el granjero, sosteniendo en
sus manos la cabeza de un niño.
Me di cuenta que era aquello con lo que había estado golpeando
mi puerta, e intentó abalanzarse sobre mí.
Tras esquivar su posterior ataque,
hice un rápido lanzamiento de una de mis dagas, y el hombre se desplomó, muerto.
Pero en el umbral ya aparecía el resto de la familia,
con los rostros contraídos por un
rictus que nunca en mi vida había visto en una persona.
Parecían carentes de rasocinio, la mirada desenfocada,
y los cuerpos llenos de heridas con sangre goteante.
He de admitir que la grotesca escena me sacudió, y no
me sentí capaz de enfrentarlo.
Tras tomar lo poco que pude, salté por la ventana y
logré ponerme en pie rápidamente.
El pueblo estaba lleno de gritos.
Comencé a correr, en busca de algo,
alguien que estuviera
indemne de esa locura compartida,
Alguna persona aún cuerda.
Pero todo estaba mal.
Los lugareños peleaban entre sí,
sin orden ni concierto, se arañaban,
mordían, y golpeaban
a sus semejantes al tiempo que escupían espuma sanguinolenta
de sus bocas.
Algunos ni me veían siquiera,
ocupados en dar muerte a los otros pobladores.
Pero no todos, y me vi obligada a utilizar
cada parte de mi destreza para
sobrevivir porque,
aunque sin ninguna directriz real,
la ingente cantidad de lugareños que se echaban sobre mí
sería fatal.
Sabía que no podía continuar así, así que antes
de llegar a mis últimas energías, opté por arrojarme al agua e ir
corriente abajo.
Trastabillando, logré llegar al camino en la montaña,
y pude al fin evaluar mis daños.
Había sufrido múltiples heridas,
aunque, gracias a mi increíble destreza, ninguna
de consideración.
Pero lo que más me perturbaba eran las imágenes
constantes de enconados ataques sangrientos entre
gente que parecía simple y sencillamente
tranquila.
¿Qué ocurriría?
Guardo estas notas para presentar este
informe entre los otros mandos
de la Compañía.
Definitivamente algo ocurre aquí.


De Ahelain. Una arriesgada misión.









Hace varios días que Ahelain no tiene noticias sobre el paradero de Hezsio, y eso la preocupa sobre manera; teme por la suerte te su amigo y compañero, pero  sobre todo teme por el resultado de la misión que le había asignado. Sentada en su tienda, la Comandante medita sobre a quién podría encomendarle la difícil tarea de hallar al hombre, y resolver este maldito asunto de una buena vez. Al fin después de tanto pensar, de pronto le surge una idea... minutos después un joven recluta hace aparición en la tienda portando una serie de documentos.







Participantes: Ahelain, Un joven recluta, Nyd (punto de vista neutro)







La tienda de la comandancia

Luego de dejar atrás la calle  principal del amplio campamento,  entras en la

que, sin duda,  es la segunda tienda más grande del lugar.  Pertenece a  la

Comandante de la Compañía  de la Mano Roja,  sitio donde descansa después  de

Regresar  de alguna difícil  campaña o ejercicio militar.  La decoración  es

recargada,  y convierte una simple  tienda en un lugar opulento.  Aunque los

artículos  son eminentemente militares,  mapas,  planos tácticos,  cascos y

espadas,  tapices con representaciones de antiguas batallas,  se percibe un

fresco y elegante aire femenino. Elegancia que se ve destacada por un macizo

escritorio de  roble tallado  donde reposan varias  pequeñas estatuillas  de

manufactura Amayar,  junto a preciosas joyas elaboradas  por los  expertos

artesanos orfebres  del distante reino de Kandor.  También se observan en un

rincón,  un par de sillas y una pequeña mesa donde de algunos braserillos de

cobre emanan deliciosas fragancias que disipan el denso aroma de las monturas

y  carretas del exterior,  además de un  perchero de cuyos brazos  arqueados

penden varios vestidos.







-Aquí está lo que pedisteis, mi lady comandante - exclama el joven tras dirigir a la mujer una exagerada reverencia.



Ahelain toma los documentos de manos del muchacho, y echa una rápida ojeada a los nombres que aparecen escritos allí. De pronto Uno de ellos llama particularmente su atención.



Ahelain susurra para si: '¿Nyd Sommerville? vaya... ¡pero si es la hermanita de Aenyd!'



El recluta mientras tanto, se mantiene  en posición de firme a la espera de nuevas órdenes



Ahelain deja los documentos sobre la mesa, ya ha tomado una decisión. Luego se vuelve hacia el chico y dice:



Ahelain dice 'busca a Nyd Sommerville, y dile que  deseo hablar con ella, que venga a mi tienda cuanto antes.'



Un joven recluta dice 'sí, mi lady comandante. ¿Necesitáis alguna otra cosa más?'.'



Ahelain niega con un cabeceo.



Ahelain dice 'no, puedes retirarte.'



El joven recluta asiente, saluda a Ahelain con una inclinación de cabeza, y corre raudo a cumplir con su encargo.





Momentos después vuelven a llamar a la entrada de la tienda.





Ahelain grita '¡adelante!'



Los faldones de la tienda se abren, dando paso a una esbelta rubia de ojos azules, qué, al ver a ahelain, se cuadra en un saludo militar.



Ahelain estudia a la mujer de arriba abajo sin disimulo.



Nyd trata de no encogerse ante el escrutinio de la mujer.



Nyd dice saludos, mi comandante.'



Ahelain dice 'saludos, querida, ven, toma asiento.



Ahelain señala a Nyd una silla vacía a su lado.



Nyd la coge, y toma asiento al lado de la comandante, mientras que se pregunta cada vez más intrigada para qué la habrá hecho llamar.



Al ver la ansiedad que refleja el rostro de Nyd, Ahelain decide hablar sin rodeos. Suelta el aire y dice:



Ahelain dice 'hace días que el sargento Hezsio se encuentra desaparecido, y los últimos informes que me llegaron dicen que su rastro se pierde por aquí.'



Ahelain toma uno de los mapas que hay plegados sobre la mesa, lo desenrolla y señala a Nyd un punto situado entre Illian y Tear.



Nyd mira con atención el punto señalado en el mapa por la comandante, mientras que se pregunta qué tiene que ver ella en todo esto.



Ahelain dice 'Hezsio se hallaba trabajando en un asunto de mucha importancia para la compañía.'



Nyd pregunta ya sin poder contenerse: '¿y necesitáis que alguien vaya en su busca?'



Ahelain sonríe ante el comentario de Nyd.



Ahelain dice 'así es. ¿Tú crees que podrías hacerlo?'



Nyd asiente con firme determinación.



Ahelain se muestra complacida, piensa que Aenyd se sentiría orgullosa de la valentía de la que hace gala su pequeña hermana.



Nyd dice '¿y cuando tendría que partir?



Ahelain dice 'partirás mañana mismo, pero ahora debo enseñarte algo'.



Ahelain abre un cajón de su escritorio, y extrae una pequeña libreta que luego le tiende a Nyd.



Nyd toma la libreta de las manos de la comandante con sumo cuidado.



Ahelain dice 'ábrela, ahí está todo lo que necesitas saber.'



Nyd la abre y comienza a echarle un ojo.



Ahelain dice 'quiero que lleves a alguien contigo.'



Nyd dice sintiéndose segura de si misma: 'no será necesario, yo podré con esto.'



Ahelain adopta una expresión seria.



Ahelain dice 'no se trata de alardear, soldado. Esto no es un juego de niños.



Nyd asiente y baja la mirada.



Nyd dice 'se hará como ordenéis.'



Ahelain dice 'bien, eso es todo, ya puedes retirarte.'



Nyd asiente y se encamina hacia la salida.



Ahelain dice pero antes...'



Ahelain entrega a Nyd una bolsa con varios marcos de plata, y luego da algunas recomendaciones



Nyd asiente obedientemente, y tras cuadrarse en un saludo formal  de despedida, se retira, dejando a la comandante inmersa en sus propios pensamientos.



Ahelain ve marcharse a  la muchacha, y se pregunta si ella será la persona correcta para encomendarle esta difícil misión, si sabrá estar a la altura de las circunstancias.



Ahelain dice en voz alta: 'bueno, como dice mi general... dovie'andi se tovya sagain (es ora de que rueden los dados.'

De Yeyrhiana. Orígenes.







Mi nombre es Yeyrhiana, nací en una aldea en la península de Mayene, pequeña pero rica ciudad estado en  las costas del mar de las tormentas. Vivo con mi nana Shaeyda, ella es como una madre para mí. Nana era una especie de doncella de mi verdadera madre, a la cual nunca conocí. Qé dichoso deben sentirse los que tienen a sus padres con ellos ¿verdad? Como dije, yo no conocía los míos. Mi padre murió en un accidente antes de que yo naciera, y en cuanto a mi madre, nana dice que no lo pudo soportar, aunque, siento que hay cosas que ella evita decirme cuando pregunto sobre mis padres, no sé por qué… Pero basta ya de hablar de eso.



Al cumplir 4 años nos mudamos a la ciudad propiamente dicha, a una hermosa casa cerca del puerto, regalo de tía Enadia. Tía Enadia es una mujer que viaja mucho; viste como campesina, y lleva su cabello  trenzado, así como las mujeres de Dos Ríos. Dice que le encanta esa comarca, y que estuvo muchos años viviendo allí; dice también que fue amiga de mis padres, y de nana Shaeyda. Me sorprendió mucho cuando me dijo también que mi padre era oriundo de Dos Ríos, pero después no me dijo más. Bueno, eso con respecto al tema mis padres, claro, ¡no sé por qué esas 2 siempre me sueltan todo a cuenta gotas! ¡No lo soporto! Oh, ya volví a hablar de lo mismo.



Decía que al cumplir 4 años, nos mudamos a la ciudad; allí conocí a la que pasaría a ser mi mejor amiga, hasta el día de hoy, o bueno, hasta que se la llevaron unas Aes Sedai…



Recuerdo ese día como si fuera ayer: paseábamos por la playa con un grupo de amigos, cuando de pronto uno de los chicos dice que unas Aes Sedai visitaron la casa de mi amiga, y que en breve partiría hacia la torre. No supe que decir… ¡pero si el día anterior yo había estado con ella!





De pronto el relato se interrumpe, llama nana Shaeyda desde la cocina.





-¡Yeyrhiana! ¡Ven acá! Llegó carta de tía Enadia, dice que en unos días vendrá a visitarnos!



Oh, vendrá tía Enadia, ¡que bien! No puedo esperar, tengo que ir a ver que cuenta la tía en su carta… -ya voy, ¡nana!