jueves, 19 de enero de 2017

De Terx. La primera corrección.


Asciendo las escaleras de la Torre Blanca intentando disimular el nerviosismo que me atenaza. Por todos lados observo gente caminando y corriendo. Las primeras, mujeres con suntuosos vestidos. Las segundas, niñas nerviosas y chicas tratando de guardar más o menos la compostura, todas ellas atabiadas de blanco. No entiendo gran cosa. Tampoco se me ocurre a quién preguntar, y puestos a enfrentarse a alguien, opto por hacerlo a una de las más jóvenes.



Me acerco a una cría, no puede ser más que una cría, que camina apresurada hacia uno de los jardines. La intercepto sin demasiados miramientos. La saludo como mejor sé, que no es mucho. Parece nerviosa, muy nerviosa. Supongo que será el hecho de estar rodeada de tantas Aes Sedai y no de mi apariencia, pues tampoco es que yo sea un tipo muy intimidante, al menos por ahora. Dejo a un lado mis pensamientos ególatras y le pregunto por algún guardián con el que pueda hablar. Casi temblando me señala la otra punta del vestíbulo, donde una arcada da paso a otra zona de los jardines.



Me despido de ella con cierta preocupación. Desde mi ignorancia, dudo mucho que esa chiquilla pueda llegar a ser algo parecido a una Sedai, aunque la luz sabe lo que pueden hacer aquí para cambiar a la gente.



Nada, sigo con mis cosas. Atravieso el vestíbulo y cruzo el arco que me ha indicado con su regordete dedo la chiquilla. Llego a una especie de campo de entrenamiento. A un lado se encuentran unos hombres con sus corazas y sus libreas. Por lo que he visto en la puerta, debe ser la guardia de la Torre Blanca. Me los quedo mirando. Realmente, si como gaidin no me pudiera ganar la vida, siempre podría probar a entrar en la guardia.

Almaceno esa alternativa en mi cabeza y me dirijo al otro lado de la explanada. Conforme me acerco me voy dando cuenta de todo lo que me queda por aprender en este lugar si quiero llegar a ser un guardián. Mi estilo, si bien me ha ayudado a sobrevivir en Almoth y a llegar hasta aquí, es burdo y ridículo al lado de lo que ven mis ojos. Eso no quiere decir que tenga que olvidar todo lo que he sido, ni mucho menos, pero estos individuos parece que luchen y luchen y no se cansen. Es como si para combatir hicieran el menor esfuerzo posible.



Cuando estoy ya junto al grupo de hombres, logro diferenciar a los aspirantes o aprendices, o al menos eso parece, de los guardianes. Unos son más jóvenes, en líneas generales, y su estilo está más cercano al mío que al de un gaidin. Para hablar de los otros... necesitaría unos cuantos días más de contemplación y bastante más vocabulario.



Al final me decido a preguntar. Me aproximo a uno de ellos, que parece estar examinando a un grupo de novatos en silencio. Le calculo unos cuantos años mayor que yo, aunque todavía conserva la lozanía de la juventud.

Tras presentarme y declarar mis intenciones me lanza una mirada de arriba a abajo. Por su gesto, no sabría decir si ha quedado impresionado o si está haciendo un esfuerzo por no reírse en mi cara. Sea como sea, me comunica que me presente ante un tal Ederik Gaidin y le diga que él, Jisao Hamora, me manda. Asiento, y me retiro no sin antes llevarme la mano a la sien y dando un taconazo. El tal Jisao frunce el ceño y me recrimina que ellos no son ningún ejército para tener que cuadrarse de esa forma.



Así que avergonzado y con la primera corrección en mi haber en tan solo un par de horas en la Torre, me encamino en busca de este Ederik Gaidin.

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