miércoles, 28 de diciembre de 2016

De Drygyar Y Erisai. El ataque.


Los Bosques de Arafel
Pese a estar situado en una zona tan conflictiva como son estas tierras
el bosque presenta un inmejorable aspecto con sus tupidos ramajes que
alcanzan increibles alturas. El Erinin baña estos bosques.
Erisai esta sentada en una roca a la orilla del Erinin, pensativa
Drygyar husmea buscando nuevos enemigos.
Erisai coge un puñado de piedras, intenta hacer unos malavares con ellas y luego las va lanzando al agua.
Erisai canta flojito, tarareando una vieja melodia.
Drygyar se detiene de repente. ha percibido un rastro.
Erisai alza la cabeza, cree haber oido algo, pero mira a su alrededor y no ve nada, hay mucha vegetacion.
Drygyar comienza a moverse con más sigilo del usual, le ha parecido haber encontrado una presa.
Erisai mira hacia el sol, intentando adivinar la hora que es.
Erisai susurra 'tendria que volver ya...'
Drygyar levanta la cabeza para oler detenidamente lo que ha  creído encontrar.
Erisai se pone en pie y se despereza, segura de que nadie la ve, con gentileza en los movimientos.
Drygyar se mueve pesada pero sigilosamente, le ha parecido ver un movimiento cerca de unas rocas.
Erisai mira alrededor buscando a la montura con la que ha venido a los bosques, pero no la ve, y silba llamandola.
Erisai frunce el ceño, extrañada de que el animal se haya alejado tanto.
Erisai da unos pasos hacia los arboles, comenzando a inquietarse.
Drygyar se acerca hacia el lugar, lentamente.  al fin está lo suficientemente cerca para ver a su presa, una pequeña humana.
Erisai se queda paralizada, de pronto tiene miedo y no sabe bien por que.
Erisai grita 'bonita, ven! vamos! hay que volver!'
Erisai percibe un extraño hedor y retrocede un poco.
Drygyar siente acelerarse su pulso, empieza a sentir esas inquietantes ansias que tiene justo antes de matar. comienza a sentir un sangriento frenesí, y hambre, mucha hambre.
Erisai grita 'bonita? donde estas?'
Erisai sigue retrocediendo, asustada, inquieta ante algo que no puede explicarse.
Drygyar se agazapa tras una roca, su presa no se ha dado cuenta aún de su presencia, pero el la mira
Erisai grita 'vamos, aqui! no seas traviesa! llegare tarde por tu culpa!'
Erisai vuelve a acercarse a los arboles, pero no ve a la yegua.
Erisai susurra 'por la Luz, que extraño, nunca me habia pasado algo asi.. Ebien me va a oir '
Erisai recoge la bolsa donde guarda la costura y se dispone a alejarse en busca de la yegua.
Drygyar se prepara, mientras la chica se mueve en busca de algo, y aguarda un segundo. concentrando su energía, sin previo aviso da un gran salto al tiempo que brama sediento de sangre.
Erisai grita horrorizada, paralizada de pavor, al ver a la inmensa criatura que se abalanza sobre ella.
Erisai es incapaz de moverse, por mucho que la hayan preparado, jamas ha tenido un trolloc cerca.
Erisai deja caer la bolsa pero no puede reaccionar.
Drygyar nota el miedo que ha infundido en su presa, siente lo más cercano al regocijo mientras lleva sus manos, deformadas por terribles zarpas hacia su espada curva como guadaña.
Erisai tiembla tanto que las piernas apenas la sostienen, intenta inspirar para calmarse y hacer algo pero solo consigue dar dos pasos indecisos hacia atras.
Drygyar nota el miedo de la pequeña humana de nuevo, inspira el aire como si pudiera deleitarse con el olor del miedo. la nota totalmente acorralada, lo cual despierta su siniestro placer por matar lentamente.
Erisai mira alrededor, esta rodeada de altos arbustos y rocas ribereñas
Erisai grita 'que alguien me ayiude!'
Drygyar deja su arma a un lado, mientras extiende sus manos hacia su presa.
Erisai retrocede pero la vegetacion le impide alejarse todo lo que quisiera
Drygyar la sujeta mientras comienza a bramar.
Erisai suelta un alarido penetrante que se pierde en el follaje.
Erisai grita 'noooo! que alguien me ayude!'
Erisai se debate apresada por las inmensas manazas.
Drygyar acerca su hocico hacia el cuello de su víctima, lo puede sentir, comida a su alcance... placer al imaginar la sangre.
Erisai intenta sacar la daga de su cinto, pero cuando la tiene en la mano la ve tan pequeña que no sabe que hacer con ella y el terror casi le provoca un ataque de risa histerica.
Drygyar chasquea sus mandíbulas.
Erisai piensa 'el ojo, en el ojo, clavala en su ojo'
Erisai grita 'por favor, que alguien me ayude! nooo!'
Erisai se remueve sintiendo el hedor nauseabundo que exhala la bestia por sus fauces.
Drygyar cierra sus fauces en el hombro de la humana, desgarrando la ropa y la carne de su víctima.
Erisai siente los dientes desgarrandole ropa y piel, su clavicula cruge, grita, pero hay algo mas, siente algo profundo que la llena, la invade, percibe de nuevo esa luz en la periferia de su campo visual al tiempo que el dolor se vuelve mucho mas intenso...

Drygyar está listo para continuar, esta vez en el cuello de su presa.
Erisai a punto de perder la fuerza por el terror y el dolor, nota que la sensacion que la invade actua apenas sin que ella pueda hacer nada, una piedra se levanta del suelo y sale lanzada hacia la boca abierta de la bestia.
Drygyar brama y escupe, intenta expulsar la piedra con la que se atragantó y que no sabe como llegó allí.
Drygyar brama 'groaaaaah!'
Drygyar en medio de su distracción, deja caer a su presa y la lanza mientras brama .
Erisai desesperada, sollozando de puro terror, mordiendose los labios para soportar el dolor se arrastra hacia el rio, confiando que lo que siempre le han dicho de que los trollocs tienen miedo del agua sea cierto.
Erisai no se atreve a mirar atras y centimetro a centimetro gana la orilla y se encomienda al Creador antes de lanzarse a la corriente.
Drygyar ha creído escuchar algo en el bosque, y se detiene por un momento antes de poder aferrar de nuevo a su presa. tras haber titubeado, la mira lanzarse al agua y brama enfurecido.
Erisai sin fuerzas, herida y conmocionada, se deja arrastrar rio abajo mientras el agua a su alrededor se tiñe de rosa.
Drygyar parece temeroso, y comienza a lanzar rocas al río. no obstante, cree escuchar ruidos que se acercan.
Se oyen voces y pasos apresurados que se acercan rapidamente. Los centinelas distinguen la forma lejana de la bestia y disponen sus arcos prestamente
Drygyar mira acercarse un grupo de hombres, y  aferrando su espada con fuerza, corre bramando a su encuentro. quizá pueda obtener algo de sangre, después de todo.

lunes, 26 de diciembre de 2016

De Ilstar. 2.


Finjo un esbozo de sonrisa y me despido de mi prima al tiempo que mi bestia se encamina a las puertas de la ciudad. Como era de esperar, Erisai se ha salido con la suya y he pasado por Manala a entregar la misiva a Marline. Tampoco me acaba de disgustar, y en el fondo me parece ciertamente absurdo no poder aprovechar mis viajes para entregar correspondencia personal.
Me pongo rumbo a Shol ARbela a buen paso, pero sin fatigar al caballo. Esto me da oportunidad de enfrascarme de nuevo en mis pensamientos. constantemente viene a mi cabeza la conversación con mi hermana. Nunca le he querido ocultar nada, pero considero que no puedo ser totalmente franco con ella. La sensación de enjaulamiento, de falta de libertad, no es sólo cosa de mi padre y su nuevo rango. Pero, al menos por ahora, no puedo confesarle más. La pronta edad a la que aprendí a leer y escribir hizo que los libros me fueran un tanto más interesantes que  al resto de los jóvenes. Quizá sea eso lo que ha hecho que siempre le dé mil vueltas a las cosas y que una y otra vez esté tratando de racionalizarlo todo. Y justamente lo que me temo que me pueda ocurrir es de todo menos racional.
Dejo recorrer mi mirada por los bosquecillos que delimitan el camino que me lleva a la capital arafelina. En cualquier momento sé que puede pasar. Supongo que a fin de cuentas lo estoy esperando, como el guerrero que abraza la muerte sabiendo que ese es su deber y su destino. Todavía espero poder revisar ciertos tomos en la biblioteca de Fal Moran, pero por desgracia no ha coincidido ningún viaje hasta tierras shienarianas desde que la sospecha anida en mí.
Por fin está ahí. Lo noto, lo presiento segundos antes de que mi montura comience a cabriolar nerviosa. Intento apaciguarla pero parece no surtir efecto. Frunzo el ceño. No es la primera ni la segunda vez que viajo con ella. Siempre había sido un caballo dócil, pero hoy parece que jamás hubiera tenido contacto alguno con humanos. Con humanos.... Levanto la cabeza y miro a mi  izquierda. Alguien me devuelve la mirada entre la espesura del bosque. Parece llamarme. No sin  dificultad consigo frenar al cada vez más nervioso animal. No separo mis ojos del punto en el que me vigilan. Nos quedamos así varios minutos. Yo mirándolo a él. él mirándome a mí, y mi caballo tratando de tirarme al suelo para salir a galope tendido.
Finalmente consigo parpadear y volver la vista al frente. Espoleo a mi montura y de seguida comienza un trote que me vuelve a demostrar que estaba ansioso por irse de ahí. Tal es su premura que me da la impresión de que una de sus herradura se ha salido del sitio. Sin más contratiempos llego a Shol Arbela y desmonto en las cuadras reservadas para el correo de la ciudad. Descabalgo y examino la pata del animal. En efecto habría que cambiársela. Me encamino a la herrería y, tras dejar atado al caballo, voy a por el martillo y  una herrradura nueva. Ya no sé si es necesario ir a Fal Moran a confirmar lo que de sobra ya sé.

sábado, 24 de diciembre de 2016

De Erisai. Mi diario.


 

Me dispongo a escribir un poco en mi diario mientras espero la llegada de las Aes Sedai a las que me toca servir el té esta tarde. Estoy nerviosa, pero impaciente.

 

Han pasado unos días desde que mi hermano se fue a Canluum. No puedo dejar de pensar en nuestra extraña conversación de aquel mediodía en el bosque. Realmente Ilstar se mostró distinto, reservado. Su habitual alegría bulliciosa había desaparecido. Quizás eran nuestros recién estrenados dieciséis años, quizás las circunstancias, su cada vez mayor responsabilidad en sus desplazamientos más y más lejos.

 

El caso es que yo no puedo permitirme comentarlo con nadie. Con madre porque ella tiene tendencia a preocuparse más de lo debido, y no quiero disgustarla con algo que tal vez no tiene importancia. Mucho menos con mi padre a quien en los últimos tiempos veo bien poco.

 

Por mi parte, yo tampoco me siento muy bien, como le había confesado a Ilstar. Después de aquellos días ya trascurridos en que pareció que la enfermedad me abatía, quedó en mí una sensación que no conseguía ni consigo explicarme. Es física, pero también interior, profunda, algo muy dentro de mí que pone patas arriba mis pensamientos y emociones.

 

Sigo trabajando sin tregua en el palacio, con mi madre cada vez más exigente, a veces incluso injusta con mis pequeños errores de sirvienta en aprendizaje, aunque yo intento comprender la presión de su posición y el tener que responder por mí si algo se tuerce. Odio limpiar y fregotear, pero cada día me gusta más dedicarme a cuidar las ropas de las mujeres de palacio y sus invitadas. Me gusta la serenidad de la tela sobre mi regazo mientras mis manos se deslizan con mucho tiento por ella, con mucho cuidado como si acariciaran una criatura frágil. Desde luego todavía soy muy torpe y apenas me permiten hacer algo más allá de poner la seda en agua tibia, dejar que se empape con un leve toque de jabón y perfume y luego extenderla para un perfecto secado. Apenas puedo hacer algo más que zurcir medias y calzones de los uniformes, que eso ya se me da bastante bien. Anhelo llegar a saber confeccionar mis propios vestidos y bordarlos, sobre todo bordarlos. De hecho, con los retales, coso prendas de no muy buen corte, pero suficientes para mi día a día fuera de palacio. Tiempo al tiempo, como dice madre.

 

Pero a lo que iba, que me desvío de mi propósito. Como no puedo hablar con nadie de mis cuitas, en cuanto me es posible me escabullo a losestablos. Ebien, uno de los mozos, unos tres o cuatro años mayor que yo, siempre está dispuesto a escucharme, es más, creo que le gusta escucharme. Yo le ayudo con las monturas, adoro cepillar sus crines y almohazarlas, me gusta tanto cuidar de los caballos como coger la aguja. Ebien me enseña, es paciente, dice que tengo aptitudes, que puedo llegar a ser una buena jinete. Juraría que no lo dice por adularme. Me siento cómoda sobre el lomo de estos fieles animales. Muchas tardes salimos juntos a la pradera y Ebien me hace practicar hasta que mi trasero protesta y descabalgo con el cuerpo dolorido como si me hubieran hincado astillas en medio de los músculos. Pero mientras dura este ejercicio mi mente se apacigua y me olvido de todo.

 

En otras ocasiones, Ebien me anima a lanzar mi daga para intentar hacer blanco en un círculo que él mismo ha tallado en uno de los postes de madera de una de las cuadras vacías. Siempre me dice “imagina que hay una hermosa yegua en ese compartimento y que si te falla el pulso o desvías el lanzamiento, podrías alcanzarla”. No me gusta que diga eso, pero sirve, me pone en perspectiva, afina mi puntería y actúo con mayor agilidad. Sin embargo, cuando fallo, también imagino con nitidez lo que ocurriría y se me revuelve el estómago. Las armas, aunque sea de un modo tan lúdico e inofensivo, no son lo mío, he de reconocerlo. No obstante, en el norte, quien no haga de las mismas un elemento más de su indumentaria puede llegar a ser pasto de cualquier engendro, así sea una simple rata asquerosa, en el momento menos pensado. Yo siempre la llevo al cinto, y hasta hace muy poco me había limitado a las instrucciones que a todo niño fronterizo nos hacen mamar desde que nacemos. Ebien es un mozo de establos, pero como cualquier hombre en estas tierras podría blandir una espada si las circunstancias lo precisasen, y se esfuerza en inculcarme todavía más eso en mi cabezota llena de ensoñaciones.

 

Marline, mi prima, diría que me gusta Ebien, que pierdo las pestañas por él. Es un buen mozo, sin duda. Quién sabe.

 

Por encima de mis escasas distracciones y del trabajo, prefiero imaginar historias y tratar de ponerles música. Solo he podido acudir dos veces más a la posada donde suele actuar uno de los juglares que visita regularmente Shol Arbela. Me quedo embelesada escuchándolo y viendo con qué naturalidad traza aros en el aire con esas magníficas bolas de colores. Y cuando saca el arpa, vuelo, vuelo con sus notas y con la vibración profunda de la voz del hombre. Tanto así que la última vez me descubrió otra de las sirvientas y le fue con el soplo a mi madre. No soy una niña, pero me costó días volver a sentarme con dignidad. Y como siempre, solo Ebien se hace eco de mis inquietudes, y si me atrevo a cantarle algo flojito, sin enrojecer hasta la raíz de los cabellos, no se ríe de mí. ¡Cuánto añoro y necesito a Ilstar! Solo con él puedo ser yo misma, sin fingimientos ni dobleces. ¿Qué nos deparará la vida?

 

 

 

Luz… Las Hermanas se están instalando en una de las salas. Las veo por el resquicio que deja uno de los tapices. En cinco minutos tendré que entrar a servirles el té. Estoy mareada, aturdida. No sé qué están haciendo pero alrededor de dos de ellas brilla una luz que no sé de dónde proviene, parece que la emiten a través de su piel y las envuelve como una aureola. Creo que me estoy poniendo mala.

 

 

sábado, 17 de diciembre de 2016

De Farid. Metas


Nos fijamos metas o ellas nos fijan.

Los metales entrechocaban mientras las poses de los oponentes se cambiaban una
y otra vez. Era un baile al son de una música qué sólo escuchaban en sus mentes.
Era bonito sin duda, o eso me lo parecía a mi. Con suerte algún día podría hacer
algo parecido...
- Suerte? ¡No! ¡Entrenamiento! - me dije a mi mismo.

Seguíamos observando la lucha, llevaban más de 30 minutos en su baile y el resto
del patio nos habíamos acercado a observar. Algo se aprende viendo luchar a los
grandes maestros, los guardianes. Era una suerte contar con estos.

Algunas novicias miraban a los espadachines con entusiasmo, seguras de que cuando
eligiesen guardian, tendrían una destreza parecida. Algunas Aes Sedai también se
habian acercado, una con chal amarillo y otra con uno azul conversaban mientras
observaban atentas el baile. No era del todo habitual, pero tampoco era extraño ver
a las Aes Sedai en el patio de entrenamiento. Pero solían ser las del ajah verde
las que acudían con más frecuencia.

Los dos guardianes ya llevaban 45 minutos en el combate y aunque estaban llenos
de sudor, su intesidad no menguaba y en ocasiones aumentaba por unos minutos.

Más curiosos y curiosas se acercaban, porque no dejaba de ser un espectaculo. Unas
novicias llegaron corriendo, parecía que el rumor se empezaba a dispersar por toda
la torre... En algunas de las ventanas que daban al patio asomaban algunas cabezas.

Esa mañana no habia tenido nada fuera de lo normal, despertarse al alba, desayunar
rapidamente y acudir al patio de entranamiento. Escuchar las instruciones del
maestro a cargo. Y luego de 5 horas de entrenamiento, peleando contra los monigotes
de madera y metal o en las arenas con otro compadre, al comedor ... Así habian sido
los últimos seis meses. Entrenamiento y más entrenamiento.

Los dos maestro se colocaron uno frente a otro y se saludaron cortesmente, dando por
terminada la sesión. Habia sido una hora sin interrupción y no se notaba cansancio
por ningun lado. Dejaron las espadas de entrenamiento a un par de mozos que se
habian acercado e hicieron reverencias y saludos a los que se habian congregado.
Las novicias empezaba ha dispersarse con cara de desilusión, por alguna extraña razón
les encataba ver los entrenamientos de los guardianes. Quizá era una distracción de
sus estudios y que haceres cotidianos, porque lo habitual era verles en los patios
en sus horas libres.

Todos los reunidos en el patio empezaron a volver a sus quehaceres, por la hora era
más que seguro que se iban a los comedores. Distraido en mis propios pensamientos me
dirigí al lado este del patio de entrenamiento y me sente unos minutos en el suelo.

La mente me llevó junto a mis padres, días felices junto a mi familia. Eran días duros de
largos viajes buscando trabajos de herreria y forja por medio mundo. Mi padre enseñandome
a sostener un martillo y todos los demas trucos del oficio. Caminos interminables, con
lluvia, nieve, sol. Y el pasado invierno donde todo terminó, sólo en el mundo por culpa
de aquellas extrañas fiebres. El penoso camino hasta Tar Valon y la bondad de Maese
Kursh que a pesar de las dificultades me dió cobijo. Un pañulo secó un poco de la humedad
que habia aparecido en los ojos...

Y entonces la oportunidad de trabajar en las forjas de la Torre Blanca, gracias a la
recomendación de Maese Kursh. El trabajo en la forja siempre será duro, pero para mi
es gratificante darle forma al metal, hasta conseguir la pieza perfecta... Este trabajo
hizo que las penurias terminaran, tenía trabajo a cambio de una soldada, junto con un
buen par de comidas al días, además del alojamiento.

Y al poco tiempo cuando empezaba a acomdarme, otra vez todo cambió cuando Salor, que
estaba a cargo de los entrenamientos en esa temporada, apareció por las forjas a hacer la
petición de una docena de espadas de entrenamiento y se empeño en que debía empezar a
entrenar con el nuevo grupo de cachorros. Tanto insistió en que entrenara que habia venido
a las forjas en persona para empujarme hasta la zona de entrenamiento, solo las tres
primeras veces. Al cuarto día yo había ido por propia voluntad. Sosteniendo la espada y
bailando delante de maniquís, no se pude negar que algo se despertó en mi interior.

- Hola! Me llamo Xunynn.

Abstraido completamente mi mente seguía inmersa en todos esos recuerdos.

- Toc! Toc! ¿Hay alguien? He dicho Hola! - repitió un poco más alto.

- Eeeh, ho, hola! - de golpe volví a la realidad...

- Cómo estás?

- Eeh, bien supongo.

- Supones?

- No si, estoy bien.

- No me va a servir - susurró Xunynn.

- Cómo? Servirte para que?

- No para nada.

- Cómo que no sirvo para nada... He hecho las mejores espadas de entrenamientos de la
torre.

- En eso quizá si seas bueno, pero yo tenía otra cosa en mente, me tocará seguir
buscando, alguien capaz...

- Pero capaz de que? De trepar una montaña? De cruzar el arinelle a nado?

- Algo parecido! Algún cachorro que pueda ser mi guardian. Pero tú no me sirves.

- Cómo? Tú guar... - un nudo se me hizo en el estomago... y seguido un escalofrio
recorrió todo mi cuerpo.

- Es evidente que no eres el candidato, llevamos 2 minutos y no has dicho nada coherente.
Además que sigues ahí sentado sin saludar a una señorita con educación. Definitivamente
no. - dijo negando con la cabeza...

- Eh si bueno, mi mente estaba en otro lugar - entonces me levanté agilmente - pero eso
de elegir guardian no creo que funcione así. De todas maneras mis disculpas - le hice una
reverencia - Buenas tardes señorita, mi nombre es Farid Khaled.

- Buenas tardes Farid, yo soy Xunynn. No ten entretengo más, me voy al comedor...

- Buenas tardes también para tí.


El rugir del estomago que no había recibido atención desde el desayuno me recordó que
era momento de ir a los comedores...


El camino a los comedores un pensamiento afloraba con fuerza y sobresalía a los demás.
Convertirme en guardian, y por supuesto demostrar a la niñata esta que si era lo que
ella buscaba en un guardian.

De Terx. La lucha por la vida


Atravieso las puertas del puente y levanto la mirada. La imponente construcción de la Torre me guía en mi camino. A ambos lados pasan individuos de toda procedencia y clase social. No me cuesta reconocerlos, gracias a los jodidos juramentados del Dragón, esa panda de delincuentes y holgazanes que aprovechan su condición para hacer lo que les da la puñetera gana. Así y todo, a los que mejor reconozco son a los domani y a los taraboneses, que junto a esos chalados con ridículas armaduras que se hacen llamar seanchan.
No hace ni un año que mi vida pasaba entre unos y otros, sobreviviendo a las penurias y al miedo a levantarte un buen día, o mejor dicho a no levantarte, con una espada clavada. No hace un año que combatía en esa guerra, todavía no sé por quién ni por qué, más que por una tierra que sólo servía para que se derramara la sangre. Sangre... esa sangre de mi madre derramada por ese cobarde juramentado. Sangre... esa sangre que yo derramé cuando traté de vengarla. Me llevo la mano a la cara y mi dedo roza la cicatriz que ese desgraciado me dejó mientras se reía de mí y me abandonaba en mitad del llano.
Desde entonces han sido muchas las ciudades, docenas las aldeas, cientos los caminos que he atravesado para llegar hasta aquí. No es ninguna buena intención la que me trae a Tar Valon, no son ínfulas de justicia ni pensamientos heroicos. Es pura necesidad. La lucha ha sido mi única enseñanza desde que nací. La lucha y la supervivencia. Y a fin de cuentas, ¿qué más da luchar por Tar Valon que por Tarabon o Arad Doman? Un muerto es igual en el este que en el oeste. Igual que un plato de comida en Shienar alimenta tanto como un pescado teariano.
con todos estos recuerdos y pensamientos, me doy de bruces con las escalinatas de la Torre Blanca. Miro de reojo la empuñadura que sobresale de mi hombro. Si combatir es lo único que sé hacer, mejor que aprenda entre los mejores. Es hora de que Terx Gowin encuentre su destino.

martes, 13 de diciembre de 2016

De Ilstar y Erisai. Reflexiones comnpartidas.

Los Bosques de Arafel
La lucha por la vida se hace aqui mas evidente en el bosque, la supervivencia
es dura y los recursos escasos en las tierras de Arafel. Innumerables arboles
se pelean por la supervivencia escalando hacia el cielo y albergan bajo su
manto muchos seres vivos.
Ilstar se encamina hacia Shol Arbela.
Erisai llega al trote montada en una yegua que a saber de dónde ha sacado.
Ilstar se queda quieto al ver venir a Erisai.

Ilstar dice 'paz Erisai'
Erisai frena a la yegua a escasos pasos de su hermano y lo mira fijamente.
Erisai dice 'paz, mucha paz, sí'
Ilstar mira el sol y se extraña que su hermana no esté sirviendo con su madre.
Erisai mira alrededor, el bosque, la soledad reinante.
Erisai dice 'se puede saber qué te pasa?'
Ilstar se mira las puntas de sus botas.
Erisai desmonta de un salto no del todo grácil, pero sí eficaz, y se acerca a Ilstar.
Ilstar mira a Erisai.
Ilstar dice 'Nada Erisai, por qué lo dices?'
Erisai dice 'no me mientas, dime lo que sea pero no me mientas, que te conozco '
Erisai se encara con su hermano puesta en njarras y le mira a los ojos.
Ilstar se encoge de hombros.
Ilstar dice 'No me pasa nada '
Erisai dice 'te he llamado, y sé que has tenido que oírme'
Ilstar asiente levemente.
Erisai cierra los ojos con rabia y aprieta los puños en su cintura.
Ilstar dice 'No podía... no podía pararme'
Erisai dice 'y qué haces aquí, solo?'
Erisai abre de nuevo los ojos.
Ilstar extiende los brazos como abarcando el bosque.
Erisai se sienta en el suelo y coge un palitroque con el que empieza a hacer surcos en la tierra húmeda.
Ilstar dice 'Necesitaba estar un rato a solas, aquí, en la tranquilidad del bosque'
Ilstar se fija en los movimientos de la muchacha.
Erisai palmea la hierba a su lado.
Erisai dice 'siéntate, anda'
Ilstar niega.
Erisai dice 'pues no te sientes'
Ilstar suspira y acaba sentándose frente a su hermana.
Erisai dice 'quieres jugar a las cunitas, o qué? yo quería que te sentaras a mi lado, Ilstar'
Ilstar refunfuña y apoyándose en un brazo cambia de lugar.
Erisai sonríe y apoya la cabeza en el regazo de su hermano.
Es mediodia.
Ilstar aprovecha la posición de Erisai para no tener que mirarla a los ojos.
Erisai susurra 'estás muy raro. te fastidia que hayan ascendido a padre, es eso?'
Erisai levanta la cabeza buscando la mirada del muchacho.
Ilstar fija la mirada en alguna rama de los tupidos árboles.
Erisai refunfuña por lo bajo y vuelve a apoyar la cabeza en la pierna de Ilstar.
Ilstar dice 'cómo me puede fastidiar eso? no seas insensata'
Erisai dice 'qué sé yo? por lo mismo que me fastidia a mí la posición de madre en palacio? no te sientes más presionado? más... observado?'
Ilstar no puede evitarlo y baja la mirada para fijarla en Erisai.
Erisai esboza una leve sonrisa.
Ilstar susurra 'sí, en parte sí'
Erisai susurra 'y en la otra parte?'
Un pequeño cervatillo ha llegado desde el sur.
Ilstar parpadea y vuelve a concentrarse en la naturaleza que les rodea.
Erisai susurra 'en cierto modo me recuerdas a ese cervatillo'
Erisai contempla al cervatillo.
Aun no ha desarrollado del todo el bello pelaje que le distinguira
cuando sea un macho adulto, pero de todas formas seria un magnifico
trofeo para cualquier cazador.
Erisai dice 'no sé qué te pasa, pero estás cambiando, siento como si te alejaras de mí'
Ilstar también se había fijado en el cervatillo, pero por otros motivos.
Ilstar dice 'No lo sé Erisai'
Erisai dice 'puedo ayudarte? si me dijeras qué sientes, al menos...'
Ilstar dice 'Me siento muy incómodo en Shol Arbela'
Erisai dice 'incómodo? en qué sentido?'
Ilstar dice 'ardo en deseos de que me envíen lo más lejos posible'
Erisai observa a su hermano con extrañeza.
Erisai dice 'te ha pasado algo? algún... desengaño?'
Ilstar niega despacio.
Un pequeño cervatillo se va hacia el oeste.
Erisai se incorpora con expresión preocupada.
Ilstar dice 'simplemente me ahogo. Y el ascenso de padre.... No, no ayuda'
Erisai estudia el rostro de su hermano, aunque él se empeña en ladear la cabeza.
Erisai dice 'no sé cómo ayudarte...'
Ilstar dedica una pequeña sonrisa a su hermana.
Ilstar dice 'no puedes ayudarme, hermanita, ni yo sé qué me pasa'
Erisai dice 'yo tampoco me siento muy bien últimamente, no porque esté mal, tampoco sé explicarlo '
Ilstar se preocupa.
Ilstar dice 'Has vuelto a sentir fiebre?'
Erisai dice 'no.. no, eso ya pasó'
Ilstar lleva sus labios a la frente de la chica.
Erisai susurra 'estoy bien, estoy bien'
Ilstar niega confirmando.
Erisai se despereza con movimientos exagerados
Ilstar dice 'qué te ocurre?'
Erisai dice 'nada, Ils, tal vez es la edad, o el clima, o las circunstancias..., pero es curioso que los dos nos sintamos extraños'
Erisai mira hacia el norte, hacia la Llaga.
Ilstar sigue la mirada de Erisai.
Erisai susurra 'me siento desprotegida, quizás sea eso'
Ilstar acaricia la cabeza de Erisai.
Erisai sonríe a su hermano con ternura
Ilstar dice 'Tú nunca estarás desprotegida'
Erisai dice 'teniéndote a ti y a padre, seguro que no puede pasarme nada'
Ilstar asiente.
Erisai dice 'pero no me gusta que el ejército se haya ido al sur con el rey a la cabeza...'
Erisai se toquetea las trenzas con sus campanillas de plata recién estrenadas.
Ilstar dice 'Es el deber Risi'
Erisai se pone en pie.
Ilstar dice 'Todos tenemos deberes'
Erisai dice 'deber, deber... tu deber te va a llevar a manala, por un casual?'
Erisai ahora mira a su hermano con picardía.
Ilstar dice 'He de ir a Kanluum'
Erisai se aleja unos pasos en busca de la yegua que pasta tranquila y vuelve con ella junto a Ilstar
Erisai dice 'oh, sí!'
Ilstar levanta una ceja.
Erisai dice 'podrás llevar una carta para Marline?'
Ilstar se incorpora.
Erisai dice 'por favor, por favor'
Ilstar dice 'mmm, Sabes que no debería....'
Erisai dice 'por lo menos hasta canluum, aunque no te desvíes, desde allí llegará antes'
Erisai le dedica a su hermano una sonrisa encantadora.
Ilstar refunfuña.
Erisai dice 'vengaaa... Ilstar...'
Ilstar dice 'Qué es, para la prima?'
Erisai dice 'sí'
Ilstar suspira.
Erisai toma la mano de Ilstar y tira de él para ir caminando dirección a la calzada con la yegua de las riendas.
Ilstar se deja llevar.
Ilstar dice 'Está bien'
Erisai se detiene de golpe y planta u nsonoro beso en la mejilla de Ilstar.
Erisai dice 'gracias! te echaré de menos'
Ilstar mira a Erisai.
Erisai acaricia la mejilla de Ilstar con un dedo.
Ilstar dice 'Yo también te echaré de menos'
Ilstar no puede evitar sonreír más abiertamente.
Erisai susurra 'ojalá pudiera ir contigo'
Erisai devuelve la sonrisa y sigue caminando.
Ilstar niega.
Ilstar dice 'Sabes que no puedes'
Erisai dice 'ya lo sé'
Ilstar dice 'Tienes un deber en palacio'
Erisai asiente haciendo un nmohín
Erisai dice 'montemos o llegaré tarde'
Erisai monta en la yegua ayudada por Ilstar y espera que su hermano haga lo mismo
Ilstar monta detrás de ella.
Los mellizos se dirigen a Shol Arbela, silenciosos y pensativos, cada cual sumergido en sus cavilaciones.

domingo, 11 de diciembre de 2016

De Sloan.

Esta historia comienza en una aldea al Sureste de Lugar, que es la capital de las tierras de Murandi.
Es una pequeña aldea de unasocho o nueve cabañas de madera y allí los aldeanos se dedican a la agricultura y sobre todo a la ganadería.
En una de esas cabañas, vive una familia, donde hay un pequeño llamado Sloan, es un chico  de unos 9 años de edad,de pelo negro como la misma noche, ojos azules, como el cielo cuando está raso y una piel blanca como la misma leche.
   Desde muy pequeño, se pasaba la vida con su padre en las tareas de pastor y otras veces jugando con una espada de madera, dando con ella a espantapájaros que habían distribuidos por los distintos sembrados alrededor de la aldea.   Algunas veces marchaba con su padre a pastorear al noroeste de lugard siendo para él, una aventura impresionante dado la distancia a recorrer y estando varios días fuera de su hogar.
   En esos parajes Sloan lo pasaba jugando con los hijos de otros pastores; que también buscaban aventura con sus padres.
   Mas de una vez los chicos se asustaron al ver un enorme león que para saciar su hambre, atacaba por las noches los rebaños
Se decía muchas veces que algún día mataría a esa fiera.
   Al regresar a su aldea, y al pasar por la capital, iba con su padre a Lugard para ayudarle con las compras que éste debía hacer para suministro de su casa.
   Fue conociendo personas y aprendiendo de ellas las historias que le contaban a su padre de distintos pueblos y lugares; estas historias despertaban en Sloan una curiosidad tal, que se decía que cuando fuese mayor iría a explorar para conocer mundo.
   También bajaban a pastorear al sur de su aldea, cerca del río a las montañas haciéndese amigo del posadero donde pasaban muchas veces para comer.
   El barquero que pasaba a las gentes el río con su barca, que estaba prácticamente al lado de la posada, le hizo gracia el chico por la inquietud que le veía; y le cogió tal afecto que cuando pasaba con su padre por allí a pastorear no les cobraba la barca para cruzar el río, y muchas veces el chaval se quedaba con él mientras su padre pastoreaba por los montes; el barquero le contaba muchas historias de muy diversos lugares, y además escuchaba a los viajeros contar otras que atraían la atención de Sloan.
   Otros relatos le daban un poco de miedo, dado que veía que alguna vez pudiera ocurrirle a Muranddi, que era el lugar donde había nacido y conocía ya muy bien.
   Fueron pasando algunos años y Sloan crecía disfrutando con sus amigos y del ambiente familiar de la aldea, visitando algunas veces él solo a sus amigos el posadero y el barquero para que le contaran mas historias tan apasionantes.
   Un día cuando fue a ver a sus amigos al sur de la aldea, éstos le contaron que tuviese mucho cuidado que en los montes que había cruzando el río y al sureste, una mansión que había allí, había sido asaltada por unos trolloc, que como Sloan había escuchado en muchas ocasiones en las historias de algunos viajantes, eran horrorosos y muy fieros, y muchas veces formaban como un ejército al mando de algún hombre muy raro que sin ojos veía y podía moverse sin ninguna dificultad utilizando como una especie de magia extraña.
   Estos seres tan desagradables, eran seguidores del mal, del oscuro que pretendía gobernar el mundo por completo y hacer súbditos suyos a todo el que encontrase en su camino.   Con esta advertencia se dio cuenta que nadie podía estar tranquilo en ningún lugar, como su padre de decía siempre, que había que estar alerta y con los oídos y la vista bien dispuestos para poder reaccionar a tiempo.
   Un día que regresaba a su casa, cercano ya a la aldea, se encontró con su padre que estaba muy alterado y compungido, le cogió y lo escondió en un cajón encajado en la pared detrás de unos aperos de labranza, indicándole que no se moviese de ahí, dado que por los alrededores habían unos seres muy raros y feos, llamados trolloc que estaban atacando y arrasando todo lo que encontraban a su paso; le dijo que no se preocupase de él, que intentaría ayudar a otros hombres a deshacerse de esas vestías.
   Pasaron algunas horas, y se escuchaba desde el cajón sonidos que para Sloan eran novedosos, rugidos muy extraños, aullidos y a personas gritando ya no sabía si de miedo, dolor, o de muerte en muchos casos; escuchaba como tiraban todo por el suelo e incendiaban las casas, y en no mucho tiempo, dejó de oír las espadas al chocar unas con otras.
   Había pasado ya mucho tiempo, tanto como una eternidad visto desde un cajón escondido dentro de una pared, cuando se dio cuenta que lo que fuese había pasado ya; intentó moverse para sacudir el cajón y separarlo del escondite para poder salir, pero fue infructuoso y empezó a tener miedo de morirse de hambre y sed, cuando escuchó hablar cada vez mas cerca, a unos hombres que estaban viendo lo poco que había quedado del amasacre, y cuando las voces estaban muy próximas Sloan gritó pidiendo ayuda; entonces fue cuando lo encontraron y le contaron todo el amasacre acontecido en la aldea y alrededores, solo se pudieron salvar unos pocos pero su familia prácticamente había muerto y de sus conocidos muy pocos habían sobrevivido.
   A su amigo el barquero y el posadero, les dio tiempo para poder esconderse bien y no fueron encontrados por esos malignos trolloc.
 

viernes, 2 de diciembre de 2016

De Ilstar. 1


Necesitaba desaparecer durante un buen rato del bullicio de la ciudad. Era preciso aclarar la mente y de un tiempo a esta parte sólo lo conseguía con la soledad y la introspección. ¡Jefe de mensajeros! Por la luz. ¿Eso en qué lugar me dejaba a mí? En el mismo de siempre o todavía peor. Padre siempre quiso dejar bien claro que nuestro lazo familiar no iba a influir en mis obligaciones como mensajero. Entiendo que es su deber, pero si ya era más estricto de lo habitual para conmigo, ¿qué pasará ahora?
Paseo sin rumbo por los bosques aledaños a la capital, dando vueltas y más vueltas a los acontecimientos. Me ha parecido ver a Erisai cuando salía de las cuadras de palacio. Creo que me ha llamado, pero ya ni con ella consigo estar cómodo. Sólo la compañía de los árboles, la naturaleza y la carencia de gente hace que me calme. Ojalá padre me envíe pronto a un recado a la otra parte de Arafel, o incluso a Shienar o Kandor. Jamás he llegado hasta Saldaea, pero conforme están las cosas, lo más probable es que si hay algún mensaje para enviar a la aldea sureña más meridional, sea yo el encargado de ir. aunque, pensándolo bien, tampoco me importaría.
Unas voces me sacan de mis ensimismamientos. alzo la mirada y diviso a lo lejos a un par de centinelas que patrullan por el bosque. Ciertamente, demasiado lejos para verlos y mucho menos para escucharlos. Presto atención y consigo descifrar lo que dicen. Como la gran mayoría de la ciudad, su conversación trata sobre la partida de Paitar Nachiman hacia el sur. ¡quién fuera rey para poder partir de aquí? Muevo la cabeza incrédulo. Nunca hasta ahora había sido tan.... disidente. Siempre he tenido claro mi deber. ¿Entonces?
Doy media vuelta e inicio el retorno a Shol Arbela. Siento que tengo que encontrar a Erisai y ofrecerle mis disculpas. Nunca sería capaz de decirme nada, pero en sus ojos últimamente encuentro un gesto de tristeza y preocupación cuando nuestras miradas se cruzan. Gracias al Creador se ha recuperado ya de sus fiebres y ha vuelto junto a madre a servir en palacio. De sobra sabía que unas malditas calenturas no iban a sucumbirla, pero el alivio que sentí cuando por fin abandonó la cama fue notable. Atravieso la puerta del sur y devuelvo el saludo a a los guardias que las custodian. Ilstar Kathlein, el maldito hijo del Jefe de Mensajeros de Palacio.

De Erisai. 1


 

Querida prima:

 

Perdona porque hace mucho que no te escribo, claro que tampoco he recibido ninguna carta tuya. No sé si Ilstar podrá entregártela, ignoro si le toca salir o no, últimamente está muy reservado, lo veo poco y me cuesta mantener una conversación sin discutir. No importa. Si no te lleva él la misiva, la enviaré con una caravana que se pone en camino dentro de un par de días, según me ha informado Ebien, uno de los mozos del palacio. Sí, es como si te oyera, ya sé que mi hermano no debería portar cartas personales, pero, al fin y al cabo no lo son, ¿verdad? Son mías y no de él. Lo que no está prohibido, está `permitido.

Tengo bastante por contarte, así que me pongo a ello antes de que madre me reclame.

 

Me encuentro mejor, pero he pasado unos días bastante indispuesta, con fiebre, malestar, sudores y tremolinas. Aunque no me hubieran obligado a permanecer en ella, me habría sido imposible levantarme de la cama. Por suerte, ya habíamos celebrado nuestro decimosexto día del nombre. Como regalo me entregaron un bello cofrecito… ¡pero con útiles de costura! y unas hermosas campanillas de plata para mis trenzas. Fue una celebración discreta, pero padre pudo acompañarnos, y mi hermano todavía no estaba tan extraño como lo veo y lo siento ahora. Me tiene preocupada, pero él dice que no le pasa nada. Y también me entristece este alejamiento que de pronto se ha instalado entre nosotros, que desde luego no comprendo.

 

Más noticias. Lo más inverosímil, lo que nadie nunca pensó que pudiera ocurrir, ha sucedido. El rey Paitar y su comitiva, además de la reina Etenielle, el rey Easar y la reina Tenovia han partido hacia el sur. Quizás ya lo sabes, pero dudo que las noticias lleguen muy aprisa a Manala. A veces te envidio, vivir en un lugar más o menos tranquilo, lo más lejos de la Llaga posible, en un entorno rural. Me cambiaría por ti, Marline, créeme. Lo siento, me he vuelto a desviar de lo que quiero contarte. No cambio, siempre con la cabeza en las nubes, pensando en lo que me gustaría y no en lo que tengo y soy. Con la marcha del rey, hay un ambiente extraño en la ciudad. Yo me siento desprotegida, como si con su ausencia toda la Llaga fuera a desbordarse sobre nosotros. Padre es muy cuidadoso con lo que nos cuenta, apenas comparte informaciones con madre y conmigo, pero le veo abstraído desde hace unos días. ¡Por vierto! Olvidaba decirte que lo han ascendido a jefe de mensajeros. Es una gran noticia, aunque me temo que quizás para Ilstar no lo sea, supongo que se sentirá más presionado sabiendo que padre además de padre es ahora su superior.

 

Madre sigue tan estricta conmigo. Yo creo que algún día, cuando la señora Karena se jubile, la nombrarán ama de llaves. Lleva tantos años al servicio de palacio como sirvienta de mayor rango que desde luego se lo merecería. El problema es que su posición me afecta a mí directamente, por eso supongo que a Ilstar le sucederá lo mismo. A veces pienso que preferiría el hacerme soldado o trabajar de moza en las cuadras. Servir en palacio no es tan interesante como crees, aunque tiene sus ventajas. Si supieras la de detalles que hay que aprender y tener en cuenta… limpiar el polvo de todas partes, y menos mal que la austeridad de nuestro modo de ser ayuda a no acumular adornos. Barrer. Sacudir alfombras y tapices. Bruñir metales y abrillantar la plata. Cuidar que todas las lámparas contengan suficiente aceite o sebo para no apagarse jamás. Baldear los suelos. Procurar que siempre haya brasas para los calderos de los cuartos. Y esto solo en cuanto a la limpieza se refiere. Que si aprender a coser y remendar, a lavar las prendas de seda sin estropearlas. Tiene su gracia lo de coser, creo que al final podría gustarme eso de confeccionar prendas y bordar… pero zurcir es una pesadilla. Y la tarea de doncella… Me pongo tan nerviosa cuando he de atender a alguna dama, sobre todo si es una visitante, sobre todo si es sureña, sobre todo si es una remilgada noble de cualquier lugar de Tar Valon para abajo. El otro día, sin ir más lejos, le fueron con la queja a madre de que había dado varios tirones al peinar a la hija de una renombrada mercader. ¡Si tenía el cabello corto como un muchacho!

 

Hace una semana pude asistir a la actuación de un juglar en la posada del Fugaz Destello. Me escapé cuando se suponía que debía estar cosiendo medias. Solo fue una hora y nadie se percató de mi ausencia. Tampoco nadie me reconoció, al menos eso creo. Y fue maravilloso, Marline, qué canciones más bellas, qué historias… Comentan que el cuerno de Valere ya fue soplado, que se vio al Dragón Renacido luchando con el Oscuro en el cielo de Falme, y el juglar lo cantó y narró tan vivamente que yo pensaba que estaba allí… Tuve que pasarme la noche remendando, pero valió la pena.

 

No me queda mucho tiempo. Anuncian la llegada de un grupo de Aes Sedai un día de estos. Hace bastante que no se instalan aquí. Por lo general se alojan en el palacio de Kiruna Sedai, pero ella tampoco está. Siempre es muy emocionante verlas, a ellas y a sus Gaidin. Entonces, aunque me muera de los nervios, sí que me gustaría servir a una de las Hermanas. ¿Te figuras?

 

Tengo que irme. Te abraza fuerte y con cariño, tu prima:

 

Erisai