lunes, 23 de mayo de 2016

De Zora y Garler. Hogar dulce hogar.





Zora ojeaba concentrada unos papeles, mientras esperaba a su gaidin en sus aposentos en la torre blanca.

 Una llamada a la puerta la hizo sobresaltarse.  Garler ya estaba allí, podía notar su presencia a través del vínculo. Dio un ligero sorbo a una taza de té que reposaba sobre una pequeña mesa auxiliar; luego guardó cuidadosamente el sobre con los documentos, y a continuación ordenó  al guardián a que pasara.

 -Caray, cuanto has tardado - campesino; dijo Zora entre irritada y divertida luego de que el gaidin hubo cerrado la puerta tras de si.

 Garler se dejó caer en uno de los sillones  que había en el cuarto, soltando un hondo suspiro de cansancio.

 -¿Por qué tardaste tanto? - preguntó la Aes Sedai mientras daba otro sorbo a su taza.
 -Problemas con el ganado - repuso el guardián en tono burlón. La vida en el campo es muy dura, Aes Sedai.
 -¡Va, zoquete!
 Zora se acercó a Garler y le soltó un fuerte palmetazo en los hombros, lo que provocó que este se echara a reír a carcajadas.

 -Se ha demorado un poco el entrenamiento con los muchachos - dijo él al cabo de un rato.

 Después de oír el breve relato del gaidin sobre cómo fue su día con los cachorros, Zora abrió uno de los cajones del escritorio, extrajo el sobre con los documentos y se los tendió a Garler. El guardián tomó  el sobre de las manos de la Aes Sedai, transmitiendo cierta curiosidad  a través del vínculo.

 -¿recuerdas la última vez que fuimos a Caemlyn, aquella casa que me dijiste que te gustaría comprar algún día? - demandó Zora, ansiosa por ver la reacción del hombre.
 Garler asintió. -no me digas que...

 -o, bueno, lo cortó la Aes Sedai. Te llevaré a que lo veas por ti mismo.
 Zora se abrió al saidar, sintiéndose inundada por una sensación de inmenso gozo.
 Una línea vertical plateada hendió el aire, y se ensanchó hasta formar un acceso a las afueras de Caemlyn. Garler se puso rápidamente en pié y se encaminó al acceso para escudriñar el terreno.
 Una vez los 2 hubieron cruzado,  dirigieron sus pasos hacia las puertas.


 Ya en Caemlyn, más precisamente en el barrio residencial, salió a su encuentro un hombre alto de  cabello castaño,  vestido como un próspero mercader.
 El hombre hizo una impecable reverencia a Zora, y luego le entregó un juego de llaves.

 -Aquí tenéis, mi lady. Las llaves de vuestra nueva casa.
 Es un honor contar con vuestra presencia.
 -Mi lord, supongo vendréis con ella - dijo dirigiéndose a Garler.
 Este asintió mientras clavaba sus penetrantes ojos azules en los del hombre.
 El tipo enrojeció un poco, y bajó la vista, aunque a los 2 segundos volvió a recuperar el control.
 -Bueno - dijo aclarándose la garganta. Creo que eso es todo...
 En estos días vendrán los muebles que faltan.

 - Gracias, maese Dhermes - dijo Zora al fin.
 El hombre sonrió complacido.
 -Esperad, - dijo al cabo de un momento, y se marchó medio al trote.

 Garler soltó un juramento entre dientes.
 -Calma - le dijo Zora apaciguándolo. Hay que ver qué pasa. El guardián no dijo nada, pero llevó lentamente la mano hacia la empuñadura de su espada, mientras se mantenía ojo avisor.

 A los pocos minutos vuelve el hombre acompañado por una joven. La muchacha parecía tener no más de 15 años. Era bonita, y se la veía tímida.

 -Esta es Shaeyda - dijo maese Dhermes señalando a la joven. Es la hija de mi hermana. Sus padres están pasando por una situación económica algo difícil, y ella se vio obligada a venir a la capital. Claro que mi esposa y yo les ayudamos en lo que podemos pero...

 -o - entiendo, repuso Zora. ¿Y que podría hacer yo??
 -Bueno – dijo maese Dhermes frotándose las manos con nerviosismo. Disculpad mi atrevimiento, pero creo que podría serviros, y encargarse de la casa en vuestra ausencia.
 Zora se abrió nuevamente al saidar y tejió una pequeña salvaguarda contra oídos indiscretos alrededor de ella y Garler.
 -¿qué te parece? - preguntó.
 -Como tú digas - contestó él. Solo ten cuidado.
 Zora asintió pensativamente.

 -En cualquier otro momento podría decirte que eso es paranoia, pero ahora... son muy pocas las personas en las que se puede confiar.
 El gaidin emitió un cabeceo de asentimiento. Zora deshizo la salvaguarda, y encarándose con la joven, le dijo:
 Quedas contratada, pequeña. A partir de mañana te encargarás de la casa mientras Garler gaidin o yo no estemos. Hoy tienes el resto de la tarde libre.
 Tío y sobrina deshicieron se en palabras de agradecimiento para con el guardián y la Aes Sedai.

 - Podéis confiar en ella - dijo Maese Dhermes al cabo de un momento. Es una buena chica, y os servirá bien.
 -Eso espero - repuso Zora impasible. No obstante, se permitió dedicar un leve atismo de sonrisa a la muchacha.
 -luz - pensó. No todos pueden ser espías o amigos siniestros. Sacudió la cabeza para alejar esos oscuros pensamientos, y se volvió para despedir a maese Dhermes y a su sobrina.


 Continuará.

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