lunes, 23 de mayo de 2016

De Tairi. El nacimiento del corazón guerrero (parte I)



Como siempre, y con morbosa curiosidad me encontré ensimismada en la contemplación de las seis  estacas  en las que hay clavadas  grandes
 cabezas de trollocs. al hacer los mandados o las tareas diarias siempre era lo mismo. No sé si es que tengo algo mal o roto en mí, o si mi necesidad de venganza era tan grande como para alimentarme del odio que me causaba mirar una y otra vez tan abominable visión.
 Apreté mis manos con tanta fuerza como para hacerme daño, y me juré nuevamente, desde aquella noche lo que era ya un juramento sagrado para mí. Lo lograré, me convertiré en una de las más temibles y letales guerreras de las tierras fronterizas, dedicaré mi vida entera a la destrucción del oscuro y sus engendros. por la luz que así sería!
 Muchacha! De nuevo mirando esas cosas? Si hasta comienzo a imaginar que te pareces a ellas agregó con una carcajada uno de los centinelas de la puerta de la ciudad, que se encontraba a pocos pasos de donde yo estaba.
 Lo saludé y seguí mi camino, sé que lo hacía por sacarme una sonrisa, ya que al regresar mal herida y sola de el viaje con mis padres, él era quien estaba de guardia y fue quien me advirtió primero. Era un amigo de la familia y siempre se pasaba a ayudar a mi padre con algunas cuentas o a tomar un poco de té o vino en las tardes luego de sus guardias.
 Ahora era casi mi protector, me había dado cobijo en su casa con su mujer y le estaba muy agradecida por ello, pero no podía mostrarle una felicidad que no sentía. desde esa noche nunca más pude ser la misma.
 Estábamos de camino a Chachin, con un pedido de granos de cereales que tenía que entregar mi padre, cuando un grupo de trollocs nos cortaron el camino.
 mi corazón se aceleró, sabía sin duda alguna que mi padre y su ayudante jamás podrían con todos ellos, eran pocos, no más de 10, pero para solo dos personas era todo un ejército. Saqué el cuchillo que siempre llevaba conmigo, dispuesta a dar lucha y morir con mi padre si era preciso.
 Mi padre se giró rápidamente hacia mí, me quitó el cuchillo, lo guardó en su cinto y me cubrió bien con la capucha. Escucha bien, me dijo. Te daré tu cuchillo, pero cortaré las ataduras del caballo, toma el control y galopa lo más rápido que puedas de regreso a manala, tienes que ir por ayuda tai hija, y no se te ocurra mirar atrás.
 Negué fervientemente con la cabeza, muda de dolor, yo sabía que estaba sacrificando su vida y una salida de escape solo para que yo me salvara. no puedo! le dije
 Podrás. No tenemos tiempo, has crecido en tierras fronterizas, sabes que esto tarde o temprano llega Tairi, ahora, serás valiente o cobarde como esos presuntuosos nobles que llevan espadas tan pomposas como ellos y no sirven de nada?
 Escúchame, hija, tienes que irte, hazlo ahora!
 Y no esperó mas, cortó la ataduras del caballo, me lanzó el cuchillo y por reflejo lo atrapé en el aire, hice lo que me dijo. no podía respirar, y no dejaba de llorar por  el dolor, pero lo hice. Azucé el caballo a correr a todo lo que daba, sé que fue temerario, pero necesitaba llegar a tiempo, necesitaba salvar a mi padre.
 No contaba con que alguno de los engendros me persiguiera, y así fue, al poco tiempo escuché los pasos a la carrera de algún animal, ya que se escuchaban las  pisadas como de animal, o de algo con pesuñas. Miré brevemente a mi espalda y lo vi. Un trollocs con la cabeza deformada y pico de águila, y los pies casi humanos rematados en pesuñas. estaba herido, pero eso no restaba velocidad a sus movimientos y en nada me alcanzaría.
 Al fin te conoceré, madre, pensé. Sabía que iba a morir, por eso pensaba en mi madre, una hermosa mujer que me había heredado su peculiar color de cabello. Mi esperanza estaba perdida, mi cuchillo nada le haría a semejante bestia. Y por si fuera poco, el caballo tropezó, caí rodando por una pequeña pendiente dándome un golpe en la cabeza que casi me deja inconsciente.
 Como pude me levanté, el relincho aterrado del caballo me hizo reaccionar y corrí. Sabía que el trollocs no se demoraría en acabar con él. Las lágrimas nunca dejaron de fluir y mi infierno interior era un pozo sin fondo.
 Pensaba en zogan, el chico al que amaba y con el que había imaginado un futuro diferente… caí de nuevo al tropezar con una piedra, en esa ocación no me levanté, podía escuchar la respiración del trollocs no muy lejos de mí, y me rendí… pero la rueda gira según sus designios y el centinela de la puerta de manala apareció entre la vestia y yo, como una aparición salida de la nada.
 Y después de una pelea bastante intensa se deshizo del engendro y se arrodilló a mi lado. Está bien? Suavemente descubrió mi rostro y al verme me reconoció, era el amigo de mi padre.

 Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario