viernes, 27 de mayo de 2016

De Marshelm. Diario (crónica III)



Al fin he parado solo un momento a descansar, estoy ya a la puerta de tar valon, no es muy largo el camino de la aldea hasta la ciudad, pero he estado dando muchos rodeos para evitar a mis padres o cualquier amigo que me pueda reconocer.
No dejo de pensar en mi amiga, no pude encontrarla en la posada a la que fui en primer lugar al escaparme y aquí estoy, cansada y hambrienta, no pude traer muchas provisiones ya que no logré entrar nuevamente a mi casa, pero sigo aferrada a mi idea y por la luz que llegaré a la torre blanca.
La primera noche luego de escaparme de mi casa me dio una fiebre muy fuerte, fue tal la intensidad que estuve oculta casi 3 días en esa casucha que estaba casi saliendo de la aldea, padeciendo en silencio lo que sin duda fue el resfriado más fuerte de mi vida.
A pesar de ello nunca dudé, era como si algo más fuerte que cualquier enfermedad me atraía a la torre. Luego de sentirme un poco mejor seguí mi camino, muy débil a causa de la falta de alimentos, pero con algo de fuerzas por el poquito de agua que logré encontrar en esa casita. al seguir mi camino como por providencia de la luz me encontré con un joven que examinaba la pata de su caballo, al parecer tuvo algún tipo de torcedura por traerlo a mucha prisa. Me ofrecí a examinarlo, le dije que me gustaban los animales y que podía tratar de mejorar a su montura. El asintió y procedía curar lo mejor que pude al animal.
Después de un rato y luego de que el verificara como estaba el caballo, me pagó con comida y la devoré con deleite, ya me sentía preparada para seguir mi camino!
Y así fue, así que aquí estoy, a punto de entrar en tar valon y mirando el inicio de lo que el entramado teje para mí.
Continuará…
At: Marshelm Arinshaw cuidadora de animales.

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